De Camerún a la Galicia rural: el cura que se enamoró del pulpo y ya no sale sin paraguas
Cyriaque Ndzana, de 38 años, llegó a España hace cinco años desde Camerún. Hoy atiende cuatro parroquias rurales en A Estrada (Pontevedra) y se ha ganado el cariño de sus vecinos entre lluvias, misas y pulpo á feira

Cyriaque Ndzana en A Estrada
Madrid - Publicado el
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La falta de sacerdotes en Galicia, sobre todo en la zona rural, está obligando a la Iglesia española a recurrir a clérigos extranjeros procedentes principalmente de Latinoamérica y África. Cyriaque Ndzana, un sacerdote camerunés, representa esta nueva realidad misionera: desde hace un año recorre varios pueblos de A Estrada, en Pontevedra, atendiendo comunidades que de otro modo quedarían sin pastor. Su historia refleja cómo la despoblación y la crisis vocacional están transformando el rostro de las parroquias en la España vaciada.
"Tengo cuatro misas cada domingo. Celebro misa en 30 minutos y voy a otra parroquia. Hay que tener el reloj", ha explicado sobre su intensa jornada dominical. Lleva cinco años en España y uno en Galicia, y su día a día incluye misa diaria, confesiones, visitas a enfermos y el cuidado de la finca parroquial. En sus ratos libres se dedica a la escritura, una de sus grandes pasiones que le ayuda a procesar esta experiencia de adaptación cultural.
El mayor obstáculo en su misión ha sido precisamente la comunicación. "Lo que más me cuesta es hablar español, sobre todo con el gallego, pero vamos acostumbrándonos cada día", ha admitido con sinceridad. A pesar de esta barrera lingüística, Cyriaque se ha adaptado al clima lluvioso del norte: "yo voy siempre con el paraguas en el maletero de mi coche", ha bromeado y ha descubierto su pasión por la gastronomía local, especialmente el pulpo gallego, que se ha convertido en su plato favorito.

Cyriaque Ndzana en A Estrada
Una acogida que supera las barreras culturales
Lo que más valora el padre Cyriaque de su experiencia gallega es la calidez humana de sus feligreses. "Me tratan bien, me aceptan como soy. La gente es muy paciente, sabe que no hablo muy bien el idioma, pero aguantan mucho", ha reconocido emocionado. Esta conexión trasciende lo estrictamente religioso: "Por la tarde, al terminar la misa, puedo ir a tomar un café o una cerveza con la gente. Es gente muy amable, eso es lo que más me llama la atención aquí".
El sacerdote camerunés no está solo en esta misión. Conoce a otros compañeros africanos y latinoamericanos distribuidos por diferentes zonas de Galicia, todos respondiendo a la misma necesidad: cubrir el vacío dejado por la falta de vocaciones sacerdotales en España. Esta situación se agudiza especialmente en las áreas rurales, donde el envejecimiento poblacional y la emigración de los jóvenes han dejado muchas comunidades sin apenas fieles y, consecuentemente, sin sacerdotes locales.
Misioneros en dirección inversa
Procedente de un Camerún mayoritariamente cristiano donde existe libertad religiosa, Cyriaque aclara que los problemas de seguridad en el norte de su país no tienen motivación confesional: "Lo que pasa en la parte del norte no tiene nada que ver con el cristianismo. Es una mezcla de política y otras cosas, pero nos llevamos bien con los musulmanes".
Su presencia en tierras gallegas simboliza un cambio histórico: la inversión de los flujos misioneros tradicionales. "Somos misioneros", afirma con orgullo, resumiendo una vocación que ahora viaja del sur global al norte, revitalizando comunidades cristianas europeas envejecidas. Estos sacerdotes extranjeros no solo mantienen vivas las parroquias rurales, sino que aportan una nueva perspectiva intercultural que enriquece la vida eclesial en la España contemporánea.