Estas son las canciones que sonaron en la boda de Felipe y Letizia

En el enlace matrimonial de los reyes Felipe VI y Letizia se interpretaron obras de tres siglos, sobretodo del español Tomás Luis de Victoria

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Cuando se prepara una boda se buscan referentes en todos los aspectos: vestuario, cátering, fotográfos, etc. Se puede recurrir a bodas a las que ya se ha asistido o incluso a películas. Los novios quieren una boda a su medida dentro y fuera del templo. Quién lee las lecturas, qué lecturas son, las flores en los bancos, quién oficia o las canciones que van a sonar durante la ceremonia. Seguramente algunas parejas tuvieron presente la boda de los actuales reyes Felipe VI y Letizia en algunos aspectos, aunque fueran soñados.

¿Y si nos fijamos en la música? Quizás contratar un coro, sea de música sacra como tal o pop, sea caro, pero no tanto como contratar a un/a cantante solista, sea soprano o tenor, y a un organista para cantar la liturgia matrimonial.

El 22 de mayo de 2004, mientras los invitados llegaban y se acomodaban, el organista de la catedral de la Almudena, Roberto Fresco, recorrió piezas de organistas y compositores de cámara de algunos reyes. En este caso, Carlos V (1516-1556), Felipe II (1556-1598) y Felipe V (1700-1746). Estos fueron sus músicos: Antonio de Cabezón, Sebastián Aguilera de Heredia, Francisco Correa de Arauxo, Pablo Bruna y Joan Bautista Cabanilles.

Entró el rey Juan Carlos en el templo, cogido del brazo de su hermana Pilar. Tras el saludo al entonces arzobispo de Madrid, monseñor Antonio María Rouco Varela, el órgano interpretó el Himno Nacional. Tras el monarca, la reina Sofía y el entonces príncipe de Asturias. Justo en ese momento, como ha recordado Carmen Enriquez con Carlos Herrera, tras la llegada del príncipe, la lluvia arreció.

Entra Doña Letizia y suena, no la 'Marcha Nupcial' de Mendelssohn, que compuso en 1842 para su ballet 'El sueño de una noche de verano', sino el 'Allegro con órgano Opus 7 nº3 en si bemol de Haendel'.



El canto de entrada, o Introito, varía su letra según la misa. Le ocurre lo mismo a los cantos de Ofertorio y Comunión. Estos tres son el 'Propio' de la Misa. El misal establece para cada misa una antífona diferente en esos tres momentos (excepto en el Ofertorio, aunque su antífona se puede encontrar en el Graduale Romano). O si no se cantan las antífonas, se recurre a cantos apropiados a la ocasión. En este caso, un enlace matrimonial.

Durante el Ofertorio se eligió a el Sancta María KV 273 de Mozart. Es un himno a la Virgen María que compuso cuando tenía 21 años. Cantar a la Virgen en el momento de presentar las ofrendas y preparar el altar es un gran acierto, pues la Virgen es modelo de ofrecer la vida a Dios.



Mozart volvería a sonar durante la Comunión. Se eligieron tres himnos eucarísticos. Los dos primeros, compuestos por santo Tomás de Aquino en el siglo XIII. En primer lugar, mientras los recién casados y las principales autoridades recibían el cuerpo e Cristo, sonó la versión del 'Tantum Ergo' del austriaco.



Le siguió 'O salutatis hostia divina' en la versión del vasco Juan Crisóstomo de Arriaga (1806-1826). Al fallecer a los veinte años tras una productiva carrera, le apodaron como el 'Mozart español'.



Finalmente se eligió la obra del sevillano y renacentista, Francisco Guerrero (1528-1599), 'Pan Divino'. Se trata de un himno que defiende el sacramento de la Eucaristía. Guerrero pertenecía a la generación que vivió el final del Concilio de Trento y la llegada de sus reformas. Ello pasaba por defender en la doctrina y las artes la Eucaristía frente a las tesis luteranas que no reconocían la hostia consagrada como el Cuerpo de Cristo.



La música que más sonó fue la de Tomás Luis de Victoria. Se recurrió al compositor de Ávila, referente en el Renacimiento, para interpretar el Gloria, el Sanctus y el Agnus Dei. Estos son cantos del Ordinario de la misa, es decir, que no cambian su letra sea cual sea la celebración, a no ser que se omitan, como el Gloria y el Aleluya en cuaresma. Precisamente el canto del Aleluya fue el de otro español, Cristóbal de Morales.

Antes de dar la bendición final, monseñor Rouco Varela se dirigió a la Virgen de la Almudena para ''confiar la alegría de don Felipe y doña Letizia'' con otra obra de Victoria, su versión del Regina Caeli a ocho voces.



Terminada la liturgia con la bendición del sacerdote, sonó el Aleluya de Haendel, con el que cierra el segundo y penúltimo acto del Mesías. Compuso este oratorio en el peor momento de su vida y, sin embargo, le hizo ganar la eternidad.



Un Aleluya que suena en el momento de la resurrección de Cristo en el oratorio, aunque el imaginario colectivo lo vincula más a la Navidad. Handel y Bach volverían a sonar durante la firma de los testigos y salida de los invitados.


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