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La Iglesia Diocesana, comprometida a sacar adelante la misión de Dios: "Somos una gran familia contigo"

El periodista y sacerdote Josetxo Vera reflexiona en 'Siempre aprendiendo' sobre el Día de la Iglesia Diocesana, que este año se celebra el domingo 7 de noviembre

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Josetxo Vera
Twitter Josetxo Vera

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 16:52

La semana que viene se celebra en la Iglesia una de esas jornadas misteriosas en las que no se sabe que se celebra. Seguro que todo el mundo sabe de que hablamos pero por si acaso lo comentamos en este Siempre Aprendiendo. Vamos a hablar de las diócesis y de la Jornada de la Iglesia Diocesana.

El punto de partida es una conversación que he tenido con un amigo en la que me decía que nadie sabe qué es una diócesis. Hay que reconocer que en la Iglesia somos especialistas en utilizar palabras raras. Una de esas es la palabra diócesis. La RAE dice que es una palabra que viene del latín antiguo y del bizantino y se refiere a un distrito, a un territorio en la vida de la Iglesia.

Es la organización básica de la vida de la Iglesia, la unidad más pequeña de la acción completa de la Iglesia. Se desarrolla normalmente en un territorio. Luego es verdad que la vida de la Iglesia es tan larga que se ha ido dando otros modos de organizarse, a lo mejor en función de actividades. Hay parroquias por ejemplo que están dedicadas a personas sordas por ejemplo, no corresponden a un territorio sino que sirven para un servicio a personas.

¿Qué es la diócesis entonces? Un territorio en el que viven unos cristianos que están encabezadas por un obispo que está ayudado por un grupo de sacerdotes. Esto es así desde el principio y así sigue siendo en nuestros días. El obispo es el pastor que tiene la misión de, en un territorio, enseñar al Pueblo de Dios, santificarlo y tomar las decisiones.

¿Cuándo se hacen las primeras diócesis? Se ven ya en los Hechos de los Apóstoles, son las primeras comunidades cristianas que enseguida se organizan. San Pablo va dando vueltas por el Mediterráneo, en Roma, en Grecia y, con el anuncio del Evangelio, cuando él se iba, dejaba constituida una comunidad cristiana. Y esta última, con el tiempo, se organizaba, tenía sus propio presbíteros y en la medida en la que se asentaba su obispo, la cabeza de la diócesis. Todos deberíamos poder decir que tenemos una diócesis y un obispo. Las diócesis tienen el nombre de la ciudad donde se inició su actividad.

Es verdad que las primeras comunidades cristianas son pequeñas pero ya se puede ver una primera organización. Obispos, presbíteros y diáconos es lo que hay en la Iglesia desde el siglo I. A la vuelta de veinte siglos seguimos con esta misma estructura. Los apóstoles, según van saliendo de Jerusalén, van fundando comunidades cristianas. Esa es la misión de la Iglesia hasta nuestros días. Todavía hoy hay misioneros que van fundando comunidades cristianas. Esa es la labor de la Iglesia que va creciendo...

Con el paso del tiempo, en la vida de la diócesis va surgiendo todo lo que hay en una diócesis. En España, como casi todas son milenarias, encontramos ya todo lo que se necesita en una Iglesia Diocesana. Tenemos la catedral que contiene la silla desde la que el obispo enseña y rige la Iglesia. En una diócesis también hay unas parroquias donde los sacerdotes anuncian, celebran y comparten el mensaje de Jesucristo. Pero en una parroquia no se da la plenitud de la Iglesia, necesita un obispo. Y también en las diócesis tenemos un seminario donde se van formando los quien recibe la llamada de Dios. También hay grupos de catequistas, una organización diocesana para la vida de caridad, tienen colegios, institutos...según va creciendo la diócesis va creciendo su presencia. Eso es una Iglesia Diocesana.

La diócesis es algo parecido a la provincia dentro de un país. Una organización más cercana que el Estado u la Comunidad Autónoma. Hay una diferencia: las diócesis tienen como superior jerárquico al Papa. Entre el obispo de una diócesis y el Papa no hay una institución intermedia que sirva de Gobierno en esa diócesis. El obispo solo da cuenta de su trabajo al Papa que lo ha nombrado. En la Iglesia la diócesis depende del Papa.

Siguiendo con el paralelismo, el ayuntamiento es la parroquia. El primero atiende a todas las personas que viven en ese pueblo y la parroquia atiende al pueblo de Dios bautizado y tiene como misión los que no están bautizados y no son parte de la Iglesia. Al frente de la parroquia hay un sacerdote enviado por el obispo y ese sacerdote hace presente la vida de la Iglesia en ese territorio más pequeño que es la parroquia.

Una idea muy importante en esto es que la Iglesia, en un territorio, es la diócesis que tiene un obispo a la cabeza. En la parroquia no se agota la diócesis, la referencia es la diócesis. Puede ser que en la vida diaria nuestra, como cristianos, vivamos la fe en una parroquia pero nuestra referencia es la diócesis. Cada parroquia tiene que cuidar su seminario, ayudar a vivir la vida de caridad, ser generosa con las otras instituciones diocesanas...hay que tener una relación de comunidad.

Esto es lo que celebramos el primer domingo de noviembre: la Iglesia Diocesana necesita nuestra cercanía, conocimiento y reconocimiento. El lema de esta jornada es que “Somos una gran familia contigo”. La relación que se crean son de familiaridad. De hecho, las parroquias y las diócesis que funcionan son aquellas en las que se viven criterios de familia. Cuando una parroquia sufre, las otras se duelen.

Todos nos ayudamos unos a otros, somos una gran familia. ¿Cómo podemos ayudar a nuestra Iglesia Diocesana? Hay tres caminos muy accesibles. El primer camino es ayudar a la Iglesia Diocesana con la oración. Los enemigos de la Iglesia no se han dado cuenta que se sostiene por la oración de los fieles, y por eso aunque la atacan por muchas bandas mientras los fieles perseveren en la oración, seguirá habiendo Iglesia. No dejar de rezar, eso está al alcance de todos. Reza por el obispo, por los sacerdotes, por los seminaristas, por los catequistas, por los matrimonios...

La segunda aportación es el tiempo. Todos tenemos tiempo. Si sumamos las horas que dedicamos al Twitter, las podemos utilizar para ayudar a la Iglesia Diocesana. Cantar en el coro, limpiar el templo, dar catequesis, poner las luces en la parroquia, dar clase a los niños pobres...

El tercer camino es con el dinero. Haciendo comunión de bienes económicos, recogiendo bienes no para la propia parroquia sino para la vida de la Iglesia diocesana. Se ayuda a sostener Cáritas, el seminario, se ayuda a crear un nuevo templo..

Esto es la Iglesia diocesana, la familia de Dios en un lugar concreto encabezado por el obispo en los que los fieles se comprometen para sacar adelante la misión de Dios en ese pueblo.

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