Segunda meditación. Martes Santo
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Algo tan humano, y tan divino, como compartir la mesa con sus discípulos, con sus amigos. Jesús, a corazón abierto, les habla de la glorificación del Hijo del Hombre. Mientras tanto se macera la traición y la negación. La fuerza de la palabra y la certidumbre de las obras. El amor infinito de Jesús y la traición de la amistad. ¡Qué frágiles somos! ¡Cuánto necesitamos fundamentar nuestra fe en la relación íntima con Cristo!
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