Pilar ve a su hijo Héctor muy desanimado. En el último vis a vis, notaba su rostro alicaído y de frustración. Desde hace veinte meses espera con ansias la fecha del juicio. Le acusan de haber violado a su ex pareja. Permanece en prisión preventiva, pese a que no haya indicios de delito. Su madre y su abogado Ali Martínez, no cejan en el empeño de demostrar su inocencia. Pilar no se rinde: “La versión de su ex pareja es que hubo un intento de violación, mientras que Héctor, en su declaración, aseguró que se trataban de relaciones consentidas por ambos.”

El abogado de Héctor asegura que han presentado todo tipo de pruebas que demuestran la inocencia de su cliente. No obstante, el tribunal le mantiene preso. Pilar ha relatado que la relación entre su hijo y su ex pareja era un infierno, incluso tóxica: “Existía una mala relación, hasta que optaron por cortar. Ella es una mujer un tanto posesiva y celosa. En los meses anteriores, cuando mantenían alguna discusión, ella me llamaba por teléfono para desahogarse y pedirme que hablara con mi hijo. Pero no podía obligarle a estar con ella si no quería.”

El juicio se pospone, y Héctor está derrotado, tal y como revela su abogado: “Solo quiere que haya una fecha del juicio, poder explicarse, tratar de demostrar su inocencia, y que pase lo que tenga que pasar, para quedarse tranquilo. Él siente que está en prisión por nada, y percibe que nadie le apoya en su versión.”

Pilar por su parte, apunta que Héctor da por hecho que tendrá que cumplir una condena: “Yo trato de mantenerme fuerte, porque soy su apoyo, junto a mi padre y mi hija, que estamos con él desde el principio.” Pero no solo la familia, también el entorno de Héctor observa con estupefacción el trance por el que está pasando, como es el caso de su jefa: “Su jefa no se lo creía. De hecho, desde el primer día testificó a su favor, porque conoce tanto a mi hijo como a su ex pareja. De hecho, es su jefa la que hace propuestas de trabajo a Héctor para poder solicitar así su puesta en libertad.”

Por ello, Pilar, pese a no mantener ninguna relación con la presunta víctima y su entorno, le insta a desvelar la verdad y a cambiar de actitud: “Le diría que abriera su corazón. Es demasiado joven como para seguir por este camino. Me da pena por ella, y me duele. Yo por supuesto condeno el maltrato a las mujeres, también tengo una hija, y sé que hay maltratadores. Pero este no es el caso.”