Un agricultor de un pueblo de Córdoba alerta del problema con un alimento que afectará a tu bolsillo: "No es rentable"
Joaquín tiene en Fernán Núñez plantaciones de almendras y revela a Carlos Moreno 'El Pulpo' las dificultades que sufren en la zona con el cultivo de este producto

Carlos Moreno 'El Pulpo' conoce a Joaquín, agricultor de Córdoba que es ponedor de calles
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En el corazón de Fernán Núñez, un pequeño municipio de Córdoba, Joaquín se levanta cada día antes del amanecer para cuidar con esmero su plantación de almendros. Es uno de los muchos agricultores españoles que, con esfuerzo y constancia, sostienen el cultivo de un producto muy valorado en las mesas y en la industria alimentaria: la almendra. Sin embargo, la situación que vive este producto esencial está al borde del colapso económico.
En una reciente conversación con Carlos Moreno 'El Pulpo' en el programa Poniendo las Calles de COPE, Joaquín ha lanzado una advertencia clara: el cultivo de almendros ya no es sostenible. “Mucho trabajo, mucho gasto y poca rentabilidad, creo que tiene esto”, explicaba desde el campo, mientras comenzaba su jornada a las cinco de la mañana.
La almendra, en peligro
El problema no es nuevo, pero se ha agravado en los últimos años. “Se está arrancando mucha plantación porque no es rentable. Están replantando olivos”, denuncia Joaquín. La falta de rentabilidad ha empujado a muchos agricultores a cambiar el cultivo de almendra por otros más resistentes al mercado, como el olivar, que en zonas como Andalucía sigue siendo la alternativa más segura.

Campos de girasoles. Fernán Núñez, Córdoba
Además del esfuerzo físico, los almendros requieren cuidados constantes y una inversión elevada. “Hay que mimarlo. Hay muchas enfermedades y muchos insectos que se comen los árboles”, afirma. La recolección, que comienza a finales de julio o principios de agosto, llega después de meses de trabajo intenso y una incertidumbre creciente sobre el precio final del producto.
Uno de los puntos más delicados del proceso es la comercialización. Joaquín reconoce que no vende directamente al consumidor, sino a través de intermediarios: “Seguramente son los que más se lo llevan”. Esa cadena de distribución encarece el precio final para el consumidor, pero no repercute en mayores beneficios para quien cultiva. En otras palabras, el precio de la almendra puede seguir subiendo en el supermercado, pero eso no significa que el agricultor gane más.
El papel de los intermediarios y el futuro incierto
Esta situación no es exclusiva de Córdoba. A nivel nacional, organizaciones agrarias como ASAJA o COAG vienen denunciando desde hace tiempo el abandono progresivo de plantaciones de almendros por la caída de precios en origen.

Paisaje idílico con un cielo rosado al amanecer y hileras de almendros en un campo.
Joaquín lo resume con resignación, pero sin perder la esperanza. “Aquí estamos dándoles cariño”, dice mientras continúa su jornada, fiel oyente de la radio desde el tractor, donde empieza cada día con Poniendo las Calles. Y aunque el futuro del cultivo de la almendra es incierto, su testimonio deja clara una cosa: si desaparece de los campos, el consumidor lo notará en su bolsillo.
Este caso evidencia que la desconexión entre campo y ciudad sigue siendo una asignatura pendiente. Mientras los agricultores como Joaquín luchan por mantener sus cultivos, la sociedad debe empezar a mirar más allá de las estanterías del supermercado. Porque detrás de cada almendra hay una historia, y hoy esa historia está en riesgo.