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Un regalo de vida: los universitarios españoles que construyen sillas de ruedas para niños de Uganda

Patricia, Armand, Pau y Carlota comenzaron el proyecto como un trabajo para la universidad, ahora es todo un desafío para ayudar a niños discapacitados

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Foto: Universitat Politècnica de Catalunya

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 20:24

Tororo esuna ciudad al este de Ugandaen la que viven unos 41.000 habitantes, a la que estudiantes de la Universidad Politécnica de Cataluña han puesto en el mapa.

Patricia, Armand, Pau y Carlota -que cuentan con experiencia en proyectos de cooperación y que han comprobado en primera persona la situación que sufren en Tororo-, están trabajando para hacer más fácil la vida a sus habitantes y en especial a los niños y discapacitados.

Un proyecto necesario, solidario y generosísimo que nace de la mano de estos estudiantes de tan solo 21 años que han llevado esperanza a estos niños. De momento, han ayudado a decenas de ellos y pretenden seguir haciéndolo varios años más.

De la universidad a la cruda realidad

En Uganda, nacer con una discapacidad te deja sentenciado de por vida porque apenas hay medios ni materiales para hacer un poco más digna la vida de estas personas. El terreno es abrupto, las viviendas no se pueden adaptar para estas personas, ni hay una atención médica suficiente.

Lo que están haciendo estos cuatro estudiantes es fabricar sillas de ruedas a bajo coste con material PVC.


Este proyecto empezó como un trabajo final de bachillerato de Carlota Regales en el año 2020. En ese momento, Carlota se puso a trabajar para construir esas sillas para los niños con parálisis cerebral del hospital de Tororo.

"Mi profesor Marc me contó que había estado en Uganda, en Tororo, haciendo un voluntariado y le dije, ¿crees que hay algo que yo pueda diseñar que pueda mejorar la situación de allí? Me dijo que necesitaban sillas adaptadas para niños y niñas con parálisis cerebral. Hablé con distintos médicos para hacer un diseño final que fuera funcional y útil, además de fácil de hacer", cuenta Carlota en COPE.

Gracias a una campaña solidaria, consiguió 6.000 euros para construirlas. Carlota pudo hacer 400 sillas -en aquel momento fueron de madera-, pero casualidades de la vida, un año más tarde, en la universidad conoció a un profesor que tenía los planos para hacer sillas low cost, a bajo coste, a 70 euros cada una. Desde entonces se juntaron estos seis compañeros y empezaron a fabricarlas.

"Este año hemos repetido, pero las sillas en vez de ser de madera para la escuela son sillas de ruedas hechas con tubos de PVC que repartimos por los pequeños pueblecitos de Tororo", explica Carlota.

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Los niños lo hacen todo muy fácil

Las sillas se montan de forma bastante fácil con los tubos de PVC, cada silla está personalizada. Los universitarios españoles las adaptan a las medidas cada niño para que estén lo más cómodos posible. El material es barato y eso es perfecto para Uganda, un lugar en el que cualquier gasto supone un esfuerzo enorme.

Los seis estudiantes financian los materiales y enseñan a los ugandeses a montar las sillas para que ellos mismos sigan con el proyecto.

"El diseño de la silla es muy fácil, muy sencillo. Hicimos un plano de colores en el que cada pieza, cada medida es un color. Hay los tubos de cada medida y luego los codos y las "t" que son los componentes que usamos para unir los tubos entre sí. Se puede ver por separado cada componente y luego una imagen de la silla montada, de esa manera es muy intuitivo y los niños lo cogieron en un segundo", recuerda Carlota.

Desde que llegaron a Uganda, pasan los días en el taller. Los niños se han convertido en sus alumnos y, por si fuera poco, muchos de ellos son sordomudos y, aun así, esto no ha sido una barrera para ellos.

"Trabajar con los niños de la carpintería es una verdadera gozada porque son maravillosos, lo cogen todo a la primera y nos ayudan con lo que sea. Es verdad que cuando llegamos el año pasado no sabíamos que eran sordomudos, excepto dos, y nos chocó porque cómo se lo enseñábamos, pero muy fácil porque nos han ayudado desde el principio y nos han enseñado lengua de signos y lo que pensamos que iba a ser una barrera ha acabado siendo algo muy bonito", subraya.

Patricia, Armand, Pau y Carlota, los estudiantes que están mejorando la calidad de vida de niños ugandeses

Foto: Universitat Politècnica de Catalunya



Continuidad en el tiempo

Estos estudiantes han llevado algunos materiales desde España, pero los que les han ido faltando los han comprado allí, en Uganda. Úrsula Gutiérrez, otra de estas alumnas que participa en el proyecto, ha entregado alguna de estas sillas a las familias de Tororo.

"De momento hemos entregado dos sillas y queremos entregar once. Para más adelante pediremos más material para que tengan más",

Gracias a la iniciativa española, las familias de Tororo cuentan con mejor calidad de vida. Un proyecto sin fecha de caducidad, quieren que el proyecto continúe en el tiempo y sirva realmente de ayuda.

De momento, han ayudado a decenas de niños y pretenden seguir haciéndolo varios años más. Ojalá, cada vez tengan más medios para llegar al mayor número de personas posible.


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