Se cumplen 20 años del mayor atentado terrorista de la historia. El 11 de septiembre de 2001 cambió la historia del mundo. Aquella mañana Al-Qaeda secuestró cuatro aviones para atacar con ellos los edificios más emblemáticos y representativos del poder de Estados Unidos y de la cultura occidental. Murieron unas 3.000 personas.

149 minutos de desconcierto, caos y terror. Para todo el Mundo, en sus casas, y para 24 miembros de la Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas de Triana, en el centro de Manhattan. Cámara en mano para inmortalizar su experiencia en la Gran Manzana, paseando por las principales de calles de Nueva York, fueron testigos del terror.

Un momento que se ha quedado grabado a fuego en la memoria de estos 24 músicos. El Director de la Banda de las Tres Caídas de Triana, Julio Vera, fue testigo in situ. “La verdad que es un día marcado a fuego”, nos contaba en Mediodía COPE

En su gira por Estados Unidos, los componentes de la Banda de las Tres Caídas habían reservado la mañana del 11 de septiembre para visitar las Torres Gemelas. Por suerte, se les pegaron las sábanas y no salieron a la hora prevista del hotel hacia el World Trade Centre.

El miedo se apoderó de todos, pero no sólo esa mañana, sino días, semanas y meses después del 11-S. Sobre todo, cuando subíamos a un avión.

20 años después sigue presente ese momento porque nuestra forma de volar cambió para siempre.

Piensa en lo que haces hoy antes de entrar en un avión. Te quitas el cinturón, a veces incluso te tienes que descalzar. Todas tus pertenencias pasan por el escáner, especialmente si son aparatos electrónicos.

Ahora piensa en lo hacías antes del 11-S, la forma en la que entrabas en el avión, nada que ver con este protocolo. Esa fue una de las consecuencias de aquel atentado. Nuestra forma de volar cambió justo después de este momento.

En Mediodía COPE hemos hablado con Jesús González. Él es instructor de vuelo y examinador aéreo de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea y nos ha contado que “ha mejorado todo mucho y en muy poco tiempo”.

Una de las cosas que más ha cambiado es la puerta de seguridad que ahora separa la cabina de los pilotos. “La cabina está aislada y si hay un intruso, para hacerse con el control del avión, no podría. Nadie puede entrar en la cabina del piloto”.

El miedo se apoderó de todos. Y esto duró días, semanas y meses: “Yo recuerdo que después del 11-S había un gran clima de desconfianza en los aeropuertos”.