

"Sánchez está a dos audios de besar la lona, pero se niega a rendirse a la democracia"
Escucha el monólogo de Jorge Bustos del miércoles 18 de junio
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Esta mañana he asistido a la sesión de control al Gobierno más bronca que recuerdo. Pero es que no es para menos. Luego dicen que los diputados no representan el sentir de la calle; pues yo te digo que hoy el Congreso ha funcionado como una cámara de representación absolutamente fiel a la indignación que sienten los españoles contra la corrupción. Ya sé que no es un espectáculo edificante ver cómo la sede de la soberanía nacional se convierte en un gallinero donde los abucheos, los insultos y los gritos de “dimisión, dimisión” impiden el ejercicio parlamentario; pero mucho menos edificante es descubrir que la cúpula del partido que nos gobierna se repartía prostitutas y mordidas con nuestro dinero.
Hoy he visto a un Pedro Sánchez peor que nunca, con el rostro desencajado. Soltaba golpes al aire, como un boxeador sonado, sin atinar con el argumentario victimista ni con el ataque a la oposición. Yolanda Díaz y otros dos ministros de Sumar ni siquiera han querido presentarse hoy en la bancada del Gobierno: veremos si sus pellas se agotan en el gesto o son preludio de algún paso más. Pero lo más revelador es que Sánchez ha perdido los papeles no con Abascal sino con Rufián. Y eso que Abascal se ha ido hasta su escaño y le ha levantado el dedito a escasos centímetros de la cara antes de abandonar el hemiciclo en señal de protesta. En ese momento, Sánchez no ha sabido muy bien cómo reaccionar: ha criticado a Vox, pero ha sido más duro después con Gabriel Rufián. Y todo porque el portavoz de Esquerra le ha exigido que jure que esto no es la Gürtel del PSOE; ahí Pedro se ha revuelto contra Rufián y le ha abroncado por, atención, “hacer de la anécdota una categoría”. ¡O sea que para Pedro la trama de mordidas millonarias a cambio de obra pública y el consumo enfermizo de prostitución por parte de sus más estrechos colaboradores y jefes sucesivos del PSOE es una anécdota! Ahí ha revelado el todavía presidente lo que de verdad le importa la regeneración. Todo sigue siendo postureo: solo quiere ganar tiempo, minimizar el mayor caso de corrupción que se recuerda y que todo esto pase sin asumir ninguna responsabilidad.
Pero lo tiene muy complicado esta vez. Algo está cambiando entre sus socios de investidura y en el propio Partido Socialista. Algunos han rechazado acudir a Moncloa a blanquear a su inquilino, como los de Podemos. Todos los costaleros del Frankenstein están aprovechando la extrema debilidad de Sánchez para marcar distancias con la toxicidad del mentor de Santos y Ábalos, o bien para subir las facturas y disparar el precio de su apoyo: que si Estado plurinacional, que si Hacienda propia, que si acabar con la separación de poderes definitivamente ya...
En cuanto a los propios socialistas, los del grupo parlamentario han aplaudido mucho a Pedro hoy. Pero como ha dicho Cuca Gamarra, ese aplauso se parece mucho al que dedicaron a Ábalos en su día, y a Santos Cerdán después. Esos diputados solo están protegiendo su empleo, hasta que vean que el patrón ya no manda y que hay que hacer la pelota a otro. Y entretanto Pedro sigue en el búnker, confiando en que todo esto sea pasajero. Y eso delata su pérdida del sentido de la realidad. ¿No se ha enterado del disco duro que le incautó el otro día la UCO a la actriz porno con la que estaba Ábalos? ¿No tiene a nadie que le explique que todo esto no ha hecho más que empezar, que van a salir más informes y más audios que comprometerán a más ministros, a la presidenta del Congreso y a él mismo? ¿No lee ya la prensa internacional que le da por amortizado?
Pedro Sánchez ni gobierna ni ya apenas sobrevive. Está a dos audios de besar la lona, pero se niega a rendirse a la democracia. Y su atrincheramiento solo empeorará el juicio de la posteridad. Los españoles, empezando por los que le votaron, no lo indultarán por culpa de esta patética agonía.