"Cuando llegó la riada, la cabeza de Ribera no estaba ni en Bruselas ni en el barranco del Poyo: estaba en Babia"

·Escucha el editorial de Jorge Bustos del jueves 14 de noviembre

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El cargo de comisaria y vicepresidenta europea de Teresa Ribera está en el aire. Blowing in the wind, que diría Bob Dylan. Y si es honesta consigo misma, Ribera a esta hora estará lamentándose de haber engañado a los votantes cuando les pidió el voto como cabeza de cartel socialista a las europeas y renunció después a tomar posesión de su escaño. Se quedó aquí, de vicepresidenta y ministra en el Gobierno de Sánchez, pero tenía ya la ambición puesta en Europa, en el puesto que tanto deseaba y que Pedro le había prometido. Por eso, cuando llegó la riada, su cabeza no estaba ni en Bruselas ni en el barranco del Poyo: estaba en Babia.

Otros políticos europeos fueron más responsables. Como por ejemplo Kaja Kallas, que dimitió ya en el mes de julio de su puesto, que era nada menos que el de primera ministra de Estonia. Dimitió para preparar su próximo nombramiento como jefa de la política exterior europea. Pero Ribera intentó nadar y guardar la ropa, si se permite esta metáfora en tiempos de danas catastróficas y desatendidas. Y ahora Ribera sufre las consecuencias de su negligencia.

El sanchismo, el político y el mediático, anda muy enfadado con Feijóo por haber obtenido el potente respaldo del Partido Popular Europeo, que ha vetado a la candidata socialista si no cumple dos duras condiciones. No será nombrada si no da explicaciones en el Congreso y si no se compromete a dimitir automáticamente si la imputan por no avisar a tiempo de la crecida letal del cauce que estaba bajo su competencia y por no haberlo limpiado y drenado cuando se lo pidieron. Son condiciones humillantes, y complican mucho un nombramiento que ya, aunque saliera finamente adelante, socavan de partida el crédito de Ribera en el gobierno de Ursula von der Leyen. El sanchismo ha puesto el grito en el cielo de Europa entera: ¡Cómo se atreve Feijóo a condicionar las negociaciones comunitarias con la gresca doméstica! Se olvidan de que Pedro Sánchez, cuando era jefe de la oposición, ordenó votar en contra del popular Arias Cañete en su día por razones de política nacional. Y se olvidan de que premiar con un jugoso sillón europeo a una mala gestora de la peor tragedia española del siglo XXI es la clase de sordera que alimenta el antieuropeísmo de la gente.

Pero además de la dana, hay otros elementos y corrientes de fondo que debilitan la candidatura de Ribera. En Estados Unidos acaba de arrasar Trump y Alemania tiene elecciones en febrero: unas elecciones que probablemente ganará la marca del PP alemán. El Gobierno español es una solitaria excepción de escora a la izquierda en el mapa de las democracias europeas. Spain is different, de momento, y solo gracias a los votos de Puigdemont. Pero el signo de los tiempos se mueve hacia la derecha. Y en buena medida por culpa de la hipocresía, el sectarismo y la arrogancia de los

progresistas, que han perdido el pulso de la calle. Yo no sé si Feijóo ganará este pulso a Sánchez si Sánchez se empeña en proponer a Ribera en vez de un perfil menos controvertido, como Luis Planas. La Comisión se formará de un modo u otro, así que menos lobos. Lo que sí sé es que el rey de las jugadas maestras y las puñaladas traperas no tiene derecho a quejarse ahora de que ese Feijóo, del que tanto se ha mofado y al que tanto ha ninguneado, le pague ahora con su misma moneda.

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Con Carlos Herrera

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