Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati: jóvenes con distintos estilos reconocidos por una misma santidad
La canonización mañana de Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati es un signo profético para nuestro tiempo; la santidad es posible en la juventud y en la vida cotidiana. Ambos vivieron con el corazón encendido por Cristo, siendo testigos luminosos en contextos muy distintos. Su ejemplo nos recuerda que Dios sigue llamando hoy, y que la santidad es una aventura al alcance de todos

CARLO ACUTIS Y PIER GIORGIO FRASSATI: JÓVENES CON DISTINTOS ESTILOS RECONOCIDOS POR UNA MISMA SANTIDAD| FIRMA MARIO ALCUDIA
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Mañana viviremos en la Iglesia un momento histórico cuando León XIV proclame la santidad de Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati. Dos estilos de vida en dos épocas distintas pero, sin embargo, una misma santidad. Ambos nos enseñan que ser joven y ser santo no son caminos opuestos. Que se puede amar la vida, disfrutar de la amistad, que se puede ser moderno y tremendamente fiel a Jesucristo y vivir con el corazón iluminado por Él.
Acutis, el chico de la Red y el Rosario, contemporáneo que vivió en nuestra era digital. Evangelizó con un teclado, creó exposiciones sobre milagros eucarísticos, viviendo cada día con una profunda devoción a Jesús. Frassati, por su parte, caminó por las calles de Turín en los años veinte, con los zapatos embarrados y el corazón lleno de caridad. Escalaba montañas pero, a la vez, bajaba a las periferias para servir a los pobres.
Esta canonización es una caricia para los corazones inquietos que nos recuerda que la santidad no es un ideal lejano, sino una posibilidad cercana, encarnada en la vida cotidiana.
En ellos, la Iglesia encuentra un lenguaje nuevo para hablar al mundo: el lenguaje de la juventud, de la esperanza, de la autenticidad. Y con su canonización, el Papa nos ofrece la imagen de una Iglesia que abraza la modernidad sin perder la raíz.
Este domingo, la Iglesia añade mucho más que dos nombres al calendario. Enciende dos luces potentes para una humanidad en búsqueda. Dos faros para los que todavía buscan a Dios entre los muros de la escuela, en las periferias del mundo o en el silencio de un atardecer.
Carlo y Pier Giorgio nos recuerdan que se puede ser joven, moderno, apasionado por la vida y profundamente santo. Ojalá que su ejemplo nos acompañe, que su intercesión nos sostenga y que su alegría nos contagie.