La caridad de Dios es el corazón del Evangelio

Estamos en la semana que podríamos denominar de la Caridad, la de Corpus Christi, solemnidad que la Iglesia celebra este domingo. En la Eucaristía recibimos a Cristo que se entrega por todos nosotros. Comulgar es compartir con el Señor su propia entrega y por eso, en esta fiesta, celebramos el Día de la Caridad. Los obispos de la subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social titulan su mensaje para esta Jornada “Mientras haya personas, hay esperanza”. De este modo renovamos nuestro compromiso con los más vulnerables.

Se nos recuerda la necesidad de tomar la iniciativa para contribuir a construir un mundo más justo, transformar la realidad y luchar por la dignidad de quienes sufren a nuestro lado.

Este día de la caridad es un signo profético que nos recuerda que es la esperanza la que tiene la última palabra, y que mientras existan personas que aman, ayudan, comparten y se conmueven con el sufrimiento es imposible que se pierda.

Este año además se hace especial énfasis en las múltiples formas de violencia; la guerra en diferentes lugares del mundo, la crisis de vivienda, la falta de oportunidades laborales para los jóvenes o las dificultades de integración de los migrantes como algunas de esas heridas.

La comunidad cristiana debe ser peregrina en busca de una humanidad mejor, trabajando en la sanación de este sufrimiento y portando la ternura de Dios a quienes más lo necesitan para devolver la esperanza a quien la ha perdido.

Es la hora del amor. Y bien sabemos, como nos ha recordado recientemente el Papa León XIV, que la caridad de Dios, que nos hace hermanos, es el corazón del Evangelio.