José Luis Restán: "En el hogar de la Iglesia vivimos gente pecadora. Y todos somos llamados a la conversión"

El informe sobre los abusos cometidos en la Iglesia francesa durante los últimos 70 años se inscribe en una senda de responsabilidad, humillación, arrepentimiento y búsqueda de reparación, que no creo que ninguna otra institución haya hecho jamás. Como dijo el Papa en su histórico discurso a los presidentes de las conferencias episcopales, reunidos para afrontar la tragedia de los abusos, es necesario tomar conciencia de la pavorosa extensión del fenómeno de los abusos sexuales en nuestro mundo, demostrada por instituciones como Unicef e Interpol. Pero eso no atenúa la monstruosidad de que personas a las que se ha confiado las almas de los más inocentes hayan traicionado su vocación y se hayan convertido, según dijo Francisco, en “instrumento de Satanás”.

Este y otros informes demuestran un necesario cambio de mentalidad: de salvaguardar la imagen de la institución a dar prioridad absoluta a la acogida, escucha y reparación de las víctimas. Ya se han aprobado nuevas leyes y protocolos que se nutren de la experiencia de diversas instituciones implicadas en la lucha contra los abusos… Pero, sobre todo, son necesarios el arrepentimiento, la penitencia y la oración. Como dijo Francisco a los obispos de Estados Unidos, la única fuerza regeneradora es la de la comunión en torno al Evangelio y a la Tradición milenaria de la Iglesia, que algunos han traicionado. Conviene recordar que en el hogar de la Iglesia vivimos gente fragilísima y pecadora, también algunos criminales. Y todos somo llamados a la conversión. Porque si la sal se vuelve sosa, ¿quién dará sabor a este mundo?