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Una sorprendente amistad
Tiempo de lectura:2Actualizado14:10
Hace unos días falleció el expresidente italiano Giorgio Napolitano, figura de gran prestigio en aquel país. Había militado en el PCI, y fue el primer excomunista en llegar al Palacio del Quirinal. El Papa Francisco, a su vuelta de Marsella, se hizo presente en su capilla ardiente para rendirle homenaje y reconoció su mirada amplia para afrontar los problemas de la nación.
Pero hoy quiero referirme a la relación de estima recíproca que unió a Napolitano con Benedicto XVI. De hecho, fuera del círculo más estrecho de colaboradores del Papa Ratzinger, fue el único en saber anticipadamente que Benedicto iba a renunciar al pontificado. La confidencia, absolutamente inusual, y que demuestra su extraordinaria confianza, tuvo lugar durante un concierto para celebrar el 84 aniversario de los Pactos de Letrán, el 4 de febrero de 2013. Parecía que ese concierto sería ocasión para que el Presidente se despidiese del Papa, ya que se acercaba el final de su mandato. Minutos antes de empezar el concierto, en una discreta conversación, Ratzinger le confiesa a Napolitano: “ya no puedo más”. Y le anuncia lo que va a suceder. El Presidente quedó conmovido, y sólo años después explicó los sentimientos de solidaridad y admiración que le embargaron ante la decisión de un hombre tan distinto de él en cuanto a precedencia y matriz cultural, que sin embargo había llegado a ser su amigo.
Napolitano custodió durante una semana uno de los mayores secretos de la historia de la Iglesia. Más tarde prosiguió su relación con el Papa emérito visitándolo en su retiro y manteniendo correspondencia con él. Tenían casi la misma edad y su amistad había ido creciendo con el tiempo, más allá del debido respeto institucional. El propio Napolitano lo ha explicado así: “nuestra mutua comprensión surgió de que, tras la experiencia traumática de nuestros dos países, Italia y Alemania, compartíamos la visión de una nueva Europa finalmente unida en paz y libertad”. Esta amistad señala ciertamente un camino de esperanza y derriba muchos muros absurdos.

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