No les dejemos solos

Madrid - Publicado el - Actualizado
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La aldea que llamamos global lo es mucho menos de lo que pensamos en algunos aspectos y a veces uno siente verdadera impotencia ante situaciones de clamorosa injusticia que parecen inamovibles. Por ejemplo, la que sufren las niñas y jóvenes cristianas en Pakistán, donde es habitual su secuestro para ser convertidas al islam y casadas por la fuerza. Hace unos días, ha podido regresar a su hogar Hoorab Masih, una niña cristiana de 13 años que había sido secuestrada a finales de diciembre y convertida por la fuerza al islam por su captor, un comerciante de Faisalabad. Esta vez la denuncia de su padre ha tenido efecto; la niña fue localizada por la policía a los tres meses, y tras una decisión judicial ha podido regresar a su casa. Esta vez los magistrados han establecido que el matrimonio no había sido válido y esta niña podrá recuperar su vida, eso sí, marcada por el terrible trauma de haber sido separada de su familia, violada y forzada a convertirse al islam. No es, en absoluto, un caso aislado.
Diversas organizaciones han vuelto a reclamar que las leyes castiguen los intentos de conversión forzada perpetrados contra minorías religiosas, y que se modifique la Ley de Matrimonio Infantil, de 1929. La inacción institucional es escandalosa, además los jueces se sienten presionados por los sectores radicales, lo mismo que la policía. Por supuesto, hay un problema de fondo que tiene que ver con la cultura mayoritaria del país, que hace muy difícil enfrentarse abiertamente a la coacción que sufren especialmente las jóvenes cristianas. Es un clima similar al que alimenta el uso de la ley de la blasfemia para realizar ajustes de cuentas contra personas incómodas o para que persista el sometimiento de las minorías religiosas. Sería un error pensar que todo esto puede cambiarse por decreto mediante un golpe de fuerza, pero eso no justifica que el mundo mire para otra parte. ¿No estaremos dejando solos a gentes como Shabaz Bhatti, el ministro cristiano que fue asesinado en plena calle por luchar contra toda esta violencia y corrupción? Esta pregunta no me deja tranquilo.



