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El Valle de los Neandertales: el hallazgo en Madrid que confirma cómo cazaban en el centro de la península

Fernando de Haro recorre el yacimiento junto al arqueólogo Enrique Baquedano, que lidera la investigación que ha descubierto un santuario de caza con hasta 35 cráneos de mamíferos

Fernando de Haro recorre el yacimiento del valle de los Neandertales junto al arqueólogo Enrique Baquedano

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 21:59

En el valle de Lozoya, en plena sierra de Madrid, se encuentra el municipio de Pinilla del Valle. Una localidad que recientemente se ha reconocido por albergar el Valle de los Neandertales, un santuario de caza que constituye uno de los hallazgos arqueológicos más excepcionales de los últimos años y confirmaría la capacidad simbólica de esta especie de homínido.

El equipo de ‘La Tarde’, con Fernando de Haro a la cabeza, ha recorrido el yacimiento con el arqueólogo Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid y que está al frente de la exitosa investigación. La primera parada de la visita ha sido la Cueva del Camino, el primero de los yacimientos que se descubrió en Pinilla en el año 1979.

Esta cueva fue una madriguera de hienas. “Junto con los humanos, es la que tiene mayor actividad carroñera, cazadora, transportadora y acumuladora, de tal manera que nos deja una ventana al pasado en términos biológicos excepcional”, comenta el arqueólogo. “Es muy interesante porque nos está contando cuál era la fauna que vivía en el entorno en el que estaban asentados los Neandertales”.

También se han encontrado en este espacio, por supuesto, restos de Neandertales. “Se conocen como Neandertales clásicos, los definidos anatómicamente de manera más tradicional, entre los 100.000 y los 80.000 años”. No se trata, por tanto, de los pre-Neandertales encontrados en Atapuerca, por ejemplo, sino que son el primer Neandertal conocido, el Homo Neandertalensis más concretamente.

La excavación en este punto finalizó en 2009, pero Baquedano asegura que “queda todavía yacimiento para que los investigadores del futuro puedan revisar nuestras conclusiones y ampliar nuestros conocimientos”.

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El abrigo de Navalmaíllo y su importancia para conocer las costumbres de los Neandertales

El recorrido ha proseguido hacia el abrigo de Navalmaíllo, una especie de visera donde habitaban los Neandertales pero que no llega a ser una cueva. En ese segundo yacimiento se sitúan los restos de grandes hogares. “Los Neandertales, como todos los grupos de cazadores-recolectores y en momentos glaciares mucho más, se pasaban el día alimentando los hogares, tenían mucha actividad en torno a ellos”, cuenta el arqueólogo. En esta zona el equipo de investigación ha encontrado, sobre todo, restos de los animales que se comían, en su mayoría grandes herbívoros, y de las herramientas que utilizaban.

En el trabajo de las excavaciones han conseguido recuperar muchos restos de microfauna que “nos dan muchísima información sobre el cambio climático y medioambiental”, indica Baquedano, y también muchos restos de talla, que tienen su importancia porque “cada grupo humano tiene una manera distinta de tallar la piedra y, en consecuencia, nos da mucha información cultural y sobre su comportamiento”.

En este yacimiento aparecieron también restos de Neandertales, concretamente tres molares datados en unos 60.000 años, pero no tienen relación con los del primer yacimiento. “Con toda seguridad, estamos hablando de clanes muy distintos”, asegura Baquedano. “Nuestra interpretación es que los Neandertales ocupaban el valle durante todas las estaciones y durante muchos milenios, porque aquí tenían las cinco cosas que necesitaban: agua de manera permanente, presas, frutos y bayas, cavidades donde alojarse (y así se evitan construir cabañas), y materias primas para hacer sus herramientas, como las piedras talladas, y grandes cantidades de leña para mantener los hogares”. El arqueólogo detalla que el fuego estaba continuamente encendido, ya que “estamos hablando de 20 y 30 grados bajo cero”. En el verano las temperaturas eran más amables, aunque siempre en unas situaciones bastante frías.

La Cueva "Des-Cubierta", clave para investigar la capacidad simbólica de los Neandertales

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No obstante, el gran descubrimiento sin duda ha sido un santuario de caza en una tercera cavidad, descubierta en 2009 y bautizada por los investigadores como la “Cueva Des-Cubierta”, ya que no conserva el techo.

Más arriba se sitúa la zona que Baquedano nombró como “La Monumental” porque se hallaron numerosos restos de cuernos. En un principio, se pensó que eran de una época mucho más reciente, un muladar anterior a los años de las vacas locas, pero “apareció un molar de una especie de rinoceronte que se extinguió hace 40.000 años”, con lo cual, todo lo que encontraran por debajo debía de ser de una época anterior a esta.

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“Es lo más llamativo y lo que ha convertido a Pinilla del Valle en un lugar único”, afirma Enrique Baquedano. Se trata del lugar donde los Neandertales hacían sus actividades de carácter más ritual, como se ha publicado en la prestigiosa revista científica “Nature Human Behaviour”. Han aparecido hasta 35 cráneos de grandes herbívoros, dispuestos de una manera que indica el aspecto más espiritual y simbólico que profesaban los Neandertales. “Los cazadores-recolectores tienen un hábito que es siempre celebrar el éxito de la partida de caza”. Se conoce que solían calentar un poco de carne para comérsela, seguido de una pequeña danza y unos cánticos alrededor del hogar.

Los cráneos se han hallado casi intactos. “A todos ellos les han quitado la mandíbula en la parte exterior, pero en la parte interior, con unos percutores en unos yunques que hemos rescatado también, les han quitado todo el maxilar y se han comido todo el interior del cráneo, los sesos, en animales que creemos que son machos”, declara el arqueólogo. Según lo que han podido investigar, existen tres tipos posibles de ritos. En primer lugar, lo que se llama magia propiciatoria o magia simpática, que es favorecer la caza en los momentos posteriores. Otro tipo de rito son los iniciáticos o de paso, es decir, el paso de la pubertad a la edad adulta a través de la caza. Y el último sería de pura celebración, que consiste en disfrutar de la satisfacción que produce el garantizar el acceso a la carne a la tribu.

“Es la constatación más fehaciente hasta ahora de que los Neandertales tenían capacidad simbólica, y ya no son solo los Sapiens los que la tenían. Que hayamos descubierto estos trofeos de caza, este lugar ritual, tiene una gran relevancia para nosotros los arqueólogos. Pero desde el punto de vista de la sociedad lo más relevante es ver que los Sapiens no hemos sido los únicos en ese pedestal de la evolución humana, sino que también los Neandertales han estado allí y debemos compartir con ellos ese nicho evolutivo”.

Probablemente, como dice el arqueólogo, hemos sido los que hemos tenido un mayor desarrollo, pero desde hace un tiempo ya se intuía que los Neandertales podían compartir ciertas capacidades con nosotros, lo que no había eran pruebas tan rotundas como esta encontrada en Pinilla del Valle.

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