La profesión, en peligro de extinción, cuya desaparición tendrá consecuencias en la seguridad marítima: "Solo quedamos 15 en España"

Mario es uno de los últimos profesionales de este oficio y analiza en ‘La Tarde’ la importancia de su trabajo

Mario Sanz comiendo en el faro de Mesa Roldán
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Faro de Mesa Roldán (Almería) 

Lucía Blázquez

Madrid - Publicado el

3 min lectura

Hoy, 7 de agosto, es el Día Mundial de los Faros. En España se calcula que quedan 190, aunque la mayoría ya están deshabitados. Pero si hablamos de fareros, de los que viven y trabajan en esos faros, apenas quedan 15, entre ellos, Mario Sanz. Él vive en uno de los faros más altos de España, el de Mesa Roldán en Almería, y le acompañan cada día unas vistas espectaculares con un horizonte de 150 kilómetros de costa que cada noche se ilumina para guiar a los navegantes.

Su profesión como algo puramente vocacional

Mario Sanz no viene de una familia farera, sino que el destino lo condujo a este faro en el año 1992, cuando su mujer le propuso la idea de vivir cerca del mar: “Me presenté a la oposición como hacía otros cursos”, comienza explicando. “Y de pronto, apruebas y tienes que presentarte en un faro, que no sabíamos ni lo que era un faro por dentro”, agrega el farero. 

Afirma que su primera noche allí, ese 13 de julio de 1992, se pasó “prácticamente enseguida, porque veníamos muy cansados”. Además, añade que una vez comenzó a trabajar en el faro y a ser consciente de dónde estaba realmente, “acaba uno consagrándose a eso, siendo un museo, escribiendo sobre faros y haciendo de todo”.

Un trabajo de mantenimiento y servicio

Aunque parezca algo abstracto, ser farero no se limita únicamente a vivir en un faro. Mario recalca que se encargan de hacer mantenimiento de varios faros: “No solamente llevo Mesa Roldán, llevo también el faro de La Polacra, el de Mojácar y voy a Cabo de Gata”, ejemplifica. Esto incluye cualquier tipo de reparación o mantenimiento, además del correcto funcionamiento de las luces, “porque si no, no se ve desde muy lejos”.

Mario Sanz limpiando la luz del faro

Alamy Stock Photo

Mario Sanz limpiando la luz del faro

En cuanto a los avances de la tecnología, puede surgir la cuestión de si realmente los faros siguen siendo útiles de verdad, a pesar de todos los diferentes sistemas de navegación que llevan hoy en día los barcos. Ante esta pregunta, Sanz aclara que “todos los capitanes de los barcos y los pilotos me dicen que ellos confirman con las luces”, y aunque sí que es cierto que “tenemos mucha tecnología”, en cuanto tengamos un fallo eléctrico o un problema de cualquier tipo, “nos quedamos a ciegas, y los faros tienen que estar ahí”, enfatiza.

El faro como un lugar en el que se vive intensamente

Vivir en un faro tiene sus pros y sus contras, como prácticamente todo: “El sitio es magnífico para vivir, estás en medio de la naturaleza, con esas vistas de todo el parque natural y tantísimo mar”. La paz, la tranquilidad y las vistas son inigualables; sin embargo, cuando hay problemas, tienen que enfrentarse a los peligros que les surjan. 

Faro de la Mesa Roldán (Almería)

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Faro de la Mesa Roldán (Almería)

Mario ha vivido de todo: desde tormentas hasta terremotos, confesando que su mayor temor son los rayos: "cuando te cae encima, no hay eco que valga. Es un tableteo enorme, un golpe seco, y entonces empiezas a temer que haya pasado algo".

Su futuro junto al faro

Este oficio, que el ministerio declaró su extinción en 1993, ha provocado que “los que vivimos en los faros, somos los que estamos en franca decadencia”, explica. Concluye que, a dos meses de su jubilación, ya tiene un plan para no alejarse de lo que ha sido su hogar durante 33 años: “La idea es llevar el museo que hemos hecho en Mesa Roldán con una asociación cultural que hemos construido”, añadiendo que “por lo menos, estaré muy cerca del faro, aunque no sea el técnico”.

La Linterna

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