Natalia, víctima de violencia machista: “El día que me doy cuenta es cuando vino con un destornillador a por mi cuello. Pensaba que me iba a matar, y si no hubiera estado mi hija, me hubiera dejado”

Después de siete años conviviendo con su maltratador, Natalia consiguió poner una denuncia, como desgrana en 'La Tarde' con muchísima emoción

Coche de la Guardia Civil en Villamuriel de Cerrato
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Ana Rumí

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El 25 de noviembre es un día marcado en el calendario: el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Un día de especial importancia para concienciarnos, a todos, de la importancia de las políticas reales y efectivas de Igualdad.   

No es fácil hablar del tema sin emocionarse, y hacerlo supone hacer un ejercicio de veracidad por puro respeto a las víctimas. Ellas son las que deben dar voz a sus historias. Y la voz de Natalia Morlas suena alta y clara.

Imagen de archivo de una manifestación en Santander.

Imagen de archivo de una manifestación en Santander.

Es la de una mujer que ha recorrido un largo camino desde la oscuridad hasta la luz, y de una persona que ha renacido de sus propias cenizas, después de ver con sus propios ojos cómo luce el infierno.

Ahora tiene 50 años, y aunque vive en paz relativa, vivió una de las situaciones más dramáticas e indeseables que existen: la violencia machista. Fue por parte de su pareja del momento, con quien tuvo una hija. Una situación prolongada durante 7 años. Ahora tiene las agallas para contar cómo fueron esos años. Eso sí, no le pidan que no se emocione.

Un hombre que pensó que cambiaría  

Uno de los elementos en los que coinciden las víctimas de violencia machista es en que siempre tienen un rayo de esperanza, siempre piensan que su maltratador va a cambiar. En el caso de Natalia, con el primer golpe sintió que había fe en un cambio de rumbo. Se equivocó de lleno. 

Le dio una patada a una mesa y esa mesa me dio contra una de mis rodillas. Ahí fue cuando me quedé en shock, pero claro, él te dice, "es que me he puesto muy nervioso, es que me pones nervioso, es que fíjate lo que me has hecho hacer" y sigues pensando que tú lo has puesto nervioso y que es culpa tuya” decía Natalia.

Un patrón que siempre se repetía: Natalia era la que, según la versión de su novio, hacía las cosas mal y, por tanto, quien tenía que enmendarlas. Dejó de ser como ella era, dejó de vestirse a su manera, y dejó que, poco a poco, una voz interior que sonaba como él se instalara en su cabeza.

Pero daba igual lo que hiciera, nada era suficiente. Natalia se quedó embarazada y, por desgracia, perdió al bebé que esperaba. Lo que es una situación común en muchos matrimonios, en el de Natalia supuso un auténtico calvario. Una vez más, la culpable en palabras de su pareja, era ella.

Tenemos hijos con la persona a la que quieres, que luego se convierte en tu peor enemigo y en el demonio que vive en tu casa. Estaba enamorada, perdoné mucho, miras para otro lado, decías, "va a cambiar, esta va a ser la última vez” decía con mucho pesar.

No, nunca cambió, y empezó un periplo que casi termina con su muerte.

Su hija, su mayor apoyo  

Siete años en una situación constante de machaque es mucho para cualquier persona y, sin embargo, como ella decía, no te das cuenta hasta que un día algo encaja en tu mente. Ese día es el que decides huir

Para Natalia, ese día fue el que su pareja amenazó con matarla. “Yo me di cuenta el día que vino con el destornillador a ponérmelo en el cuello y en el último momento me moví y me lo clavó en el hombro. Ese día dije, "esto no, esto no."” comenzaba explicando.

Natalia realmente creyó que su vida, en ese momento, estaba a punto de terminar.

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Teléfono contra la violencia machista

“Ese día dije, "me va a matar. Me va a estampar la cabeza contra la pared y me va a matar ". Te lo juro que eso pasaba por mi cabeza en milésimas. “¿Qué será de mi hija? ¿Qué va a ser de mi hija?” Todavía no sé como le quité con una mano el teléfono, con la misma mano echa mi hija al brazo y salí a la escalera a pedir auxilio. No sé cómo, pero lo hice” relataba con dolor Natalia.

Su hija fue el impulso que necesitó para salir de ahí, y confiesa que, si no hubiera sido por ella, “me hubiera dejado matar”. Pese a la denuncia que interpuso ante la Guardia Civil, él pasó a la siguiente fase: la violencia vicaria.

Intentó quitarle a su hija. A pesar de que le condenaron a prisión, nunca llegó a entrar en la cárcel.

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