Los efectos del síndrome del trabajador quemado: “De ser una persona feliz, pasé a estar amargada”
La OMS quiere incluir este síndrome en su lista de enfermedades vinculadas al empleo

Los efectos del síndrome del trabajador quemado: “De ser una persona feliz, pasé a estar amargada”
Madrid - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Fany Barreto siempre quiso ser matrona. Era su vocación desde pequeña. A finales de los 90, se formó en Inglaterra para serlo. Luego regresó para trabajar en el Hospital de Gran Canaria, y ahí empezaron los problemas. La falta de personal, la gran carga de trabajo o una diferencia de cómo entendía la profesión que tanto amaba de cómo se desarrollaba realmente, le provocó un estrés que llegó a ser una losa para ella.
Le provocaba un estrés crónico, que le afectaba incluso en su vida personal. Por ello, emprendió una lucha de años hasta que, en 2015, obtuvo una primera sentencia favorable que fue ratificada en 2018 por un juez que determinaba que Fany padecía un desgaste que ha ido minando sus mecanismos de defensa. Tenía el síndrome del ‘trabajador quemado’, por lo que le hacía acreedora, según la sentencia, del grado de incapacidad permanente total. Este síndrome vuelve a estar de actualidad después de que la Organización Mundial de la haya publicado su intención de incluirlo entre su lista de enfermedades asociadas al empleo, y que entraría en vigor en 2022. Hasta ahora, hay muy pocas sentencias conocidas de este tipo. La de Fany es una de ellas.
En ‘La Tarde’, la protagonista ha manifestado su “sentimiento de pena, porque para mí fue duro pasar por ello. Lo bueno es que en la actualidad quiero ayudar a personas en mi situación para sentirme con ilusión de emprender nuevas cosas.”
Fany ha explicado cómo su vida fue cambiando progresivamente en su puesto de trabajo: “Empecé a cambiar. De ser una persona con energía y sonriente pasé a estar triste, enfadada con el mundo, con el entorno familiar, estaba amargada, apenas dormía. Me sentía como una loca. Me dolía la espalda o la barriga.”
En este punto, la coordinadora de la sección de psicología clínica del Colegio de Psicólogos de Madrid, Mercedes Bermejo, ha indicado que “cada vez hay más personas que acuden a las consultas como afectadas por este síndrome. Es un problema social, y cuya solución pasa por invertir en la prevención desde las empresas. Cuando nos llegan este tipo de pacientes, es primordial realizar un buen diagnóstico, ya que sus síntomas se pueden confundir con otras patologías. Como la depresión o la fibromialgia.”
Por suerte, Fany ha remontado, y ahora lleva una vida plena: “Siempre que tenga lejos el factor estresante, soy feliz. De hecho, no puedo tener ninguna relación con el mundo de las matronas, aunque sea la lectura de un artículo relacionado. Ahora estudio Derecho, en la rama de prevención de riesgos laborales para ayudar a quienes sufren este síndrome.”



