José Cabrera, psicólogo forense, analiza los motivos del autor de la tragedia en un colegio católico de Minneapolis: "Cualquiera podría hacerlo"
La Tarde despeja todas las incógnitas sobre el enésimo crimen de odio contra el catolicismo en Estados Unidos

Psicólogo forense analiza el asesinato católico de Minneapolis
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La violencia armada en Estados Unidos se ha convertido en un fenómeno persistente y alarmante que afecta a miles de personas cada año, con especial impacto en jóvenes y comunidades escolares. El acceso casi ilimitado a armas de gran potencia y la ausencia de un debate político efectivo, han contribuido a una situación donde los tiroteos masivos y los homicidios son eventos tristemente habituales.
La tragedia más reciente tuvo lugar en el día de ayer en una escuela católica de Minneapolis, donde un joven de 23 años asesinó a dos niños de 8 y 10 años durante una misa. La Tarde ha hablado con José Cabrera, psicólogo forense, para analizar los posibles motivos de esta tragedia y si una mente capaz de cometer un acto así, puede ser ‘recuperada’.

Católicos celebran una misa en Roma
Una sociedad acostumbrada a la violencia
El programa analiza el caso de Robin Westman, un joven de 23 años que cometió un ataque durante una misa en la escuela católica Anunciación de Minneapolis, asesinando a dos niños e hiriendo a 17 personas, la mayoría menores de edad. Este acto de violencia fue rápidamente clasificado por el FBI como terrorismo doméstico y crimen de odio contra los católicos.
El caso refuerza una estadística aterradora: en Estados Unidos mueren cada año cerca de 300 niños en tiroteos, y el 7% de los adultos han presenciado personalmente un tiroteo masivo. La sociedad estadounidense parece haber normalizado la violencia y el vacío de una respuesta política contundente, que pueda terminar con esa lacra de la sociedad.

Imágenes de los alrededores del rascacielos de New York tras el tiroteo
No hay un perfil concreto
Esta problemática nos hace pensar en el perfil de estos delincuentes, sin embargo, José Cabrera advierte que no existe un perfil psicológico claro para quienes cometen estos crímenes, especialmente cuando las víctimas son niños: “No existe un perfil. Cada caso es diferente. Era una persona joven, extremista, posiblemente con rencor relacionado con el colegio”.
A pesar de que la mayoría de los atacantes son jóvenes, cada caso responde a una combinación única de factores psicológicos, sociales y personales. El protagonista de esta tragedia responde a ideales extremistas, pero cualquiera podría hacerlo: “Un individuo sin antecedentes puede romperse y cometer una barbaridad. Es rarísimo, pero en EE.UU. es habitual por la cultura de las armas”, fruto de una sociedad que no ha sabido marcar los límites a tiempo.

Un grupo de jóvenes estadounidenses
"Muchas de estas tragedias podrían evitarse"
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Cabrera destaca que muchas veces los atacantes jóvenes experimentan episodios psicóticos, aislamiento social o problemas psicológicos graves, que los llevan a ver como única salida la destrucción de su entorno.
El entorno cultural y social estadounidense, donde la tenencia de armas es extremadamente común, facilita que episodios puntuales de brotes psicológicos puedan desembocar en tragedias masivas.
“Si estos jóvenes tuvieran acceso temprano a ayuda profesional, medicación y respaldo familiar, muchas de estas tragedias podrían evitarse”, cuenta Cabrera. La psicología como posible solución a los problemas que los jóvenes estadounidenses.
Ayuda profesional como solución a los problemas de los jóvenes
Por último, Cabrera sostiene que, en teoría, una persona joven que comete un acto tan violento, podría reinsertarse socialmente con una intervención terapéutica adecuada, aunque nunca sería sencillo dado el daño causado y el consiguiente paso por la prisión. La prevención sigue siendo la mejor estrategia: detectar a tiempo los signos de enfermedad mental y proporcionar un acompañamiento profesional, puede marcar la diferencia entre una vida rehabilitada y una tragedia irreparable.
En definitiva, la cultura estadounidense se destaca como la principal culpable de una tendencia muy peligrosa: “En Estados Unidos mueren 50,000 personas por arma de bala al año, mientras que en España mueren 80 o 90. Es otra cultura”, explica el psicólogo forense.