La economía es la otra gran afectada por esta pandemia que ha golpeado a todo el mundo. En España han sido los restaurante, los bares, los pequeños locales, los comercios los que se suman a la lista de los más afectados por este virus.

En Madrid ha sido el Zalacaín, uno de los restaurantes referentes desde hace casi cincuenta años. No solo en la capital sino en toda España. Fue el primer restaurante de nuestro país en obtener tres estrellas Michelín. La pandemia ha obligado a que cierre de forma definitiva.

En ‘La Tarde’ hemos hablado con Julio Miralles, el chef del restaurante. En primer lugar ha transmitido el agradecimiento a todos aquellos que han dado su apoyo al negocio y ha explicado que, dada la situación, “no podemos volver a abrir el negocio”.

El restaurante Zalacaín cerró, como todos, en el mes de marzo, con la esperanza de que la situación se tranquilizara y la vista puesta en la apertura. Sin embargo, esa apertura nunca llegó. Pasó el verano, septiembre e incluso octubre pero la situación no mejoraba.

“Estamos mal, pero estamos mal todos”, ha lamentado Miralles, pensando en la situación que se está viviendo a nivel mundial. “No lo hemos vivido nunca”.

El chef ha explicado que “era difícil abrir”, porque en realidad “las decisiones que se iban tomando eran las que había”. En ese momento se dieron cuenta de que no podían tener el negocio abierto.

Zalacaín tenía cincuenta y dos trabajadores. Sin terraza. Se limitaron los aforos y la situación iba a peor. “Madrid es una zona cero, es una ciudad triste. No hay luz”, ha lamentado.

“Desgraciadamente es así. Mucha gente está luchando para tirar de sus negocios”, ha afirmado para a continuación admitir que “es una situación que nos ha pillado a contrapié”.

Con la mirada puesta en el futuro, para Julio Miralles solo se puede “mirar adelante” porque entre todos “tenemos que salir de esta situación”.

“Nos ha cambiado la vida a todos”, ha apuntado. En esta línea, nos ha contado que él mismo realizo sus prácticas hace más de veintitrés años y, finalmente, acabó como chef en el mismo. “Hay una parte de la historia que no se borra pero la memoria del ser humano lo olvida”, ha lamentado.

El histórico Zalacaín cierra sus puertas. Madrid pierde una pequeña parte de historia, pero sus trabajadores aún no pierden la esperanza. Todavía viven con fe el momento en el que el virus pueda darse controlado y las cosas, en la medida de lo posible, puedan volver poco a poco a la normalidad.