Estoy en el andén de la estación de Przemysl. Este andén ahora está relativamente vacío porque vienen pocos trenes, pero la estación es el primer punto de ayuda a los refugiados que cruzan la frontera polaca. Cuando atraviesan esa frontera, algunos son recibidos por un familiar. Los demás, son traídos hasta esta estación. Aquí vemos cómo montan las mesas para ofrecer comida. Hay bastantes voluntarios que van atendiendo a la gente. Se oye hablar ucraniano, ruso, inglés, francés...

Vamos a pasar dentro del vestíbulo de la estación, que es un trasiego de gente que recibe la primera asistencia. Algunos consiguen comprar un billete y dirigirse a donde quieren. Pero tampoco es muy frecuente. A la derecha hay un puesto donde se ofrece comida caliente...

Los que llegan a esta estación han pasado 40 o 50 horas de viaje. Muchos de ellos explican que quieren dormir y descansar. Tienen el sonido de las bombas en sus oídos y piden descansar.

"ALGUNOS TIENEN QUE DECIDIR EN UN MINUTO SU DESTINO"

Vemos ucranianos que acaban de llegar y contactan con su familia, o una cola de personas que tratan de comprar su billete y las personas con chalecos naranja o amarillo son voluntarios. En este vestíbulo, hay otros voluntarios que vienen, levantan un cartel y ofrecen un sitio donde trasladarles.

En el corredor de esta estación esperan a que alguien pueda desplazarles y aquí, en la zona central del vestíbulo, voluntarios vienen a ofrecer transporte. He asistido a conversaciones sorprendentes. De pronto aparece un voluntario que ha hecho 10 horas desde Alemania y que charla con algunos de los refugiados, ofreciéndoles irse a vivir o a ser acogidos en Alemania. Algunos tienen contactos aquí y otros tienen que decidir en un minuto su destino. Una vez que abandonan la guerra, deciden si van a vivir a Alemania y muchas veces no conocen el idioma.

Así se decide muchas veces el futuro de muchas vidas en este vestidor de esta estación de tren.