La foto: "No hay después, después es también ahora"

La foto de hoy está tomada hace diez días en una calle de un pueblo cacereño que se llama Arroyo de la Luz.

El día luminoso como solo puede serlo un lunes de Pascua. La calle es ancha, con fachadas blancas y de color albero, con balcones estrechos como repisas, con rejas de forja, cerramientos para rondar mozas discretas y para engalanar con colgaduras el día del Corpus y para asomarse solo un poquito y para apartarse y meterse en la casa sin que te hayan visto, y con portalones para hacer corriente y que entre el fresco. Los vecinos forman multitud en la sombra y en el sol.

El empedrado está arenado para que las bestias no resbalen. Y a mitad de la vía los cuartos traseros de dos jacas blancas que galopan con los cascos en el aire, las nalgas tensas, los corvejones y las cañas formando un ángulo recto. El caballo de la izquierda blanco nube, con pintas grises, el caballo de la izquierda blanco nardo. Una cola atada forma un moño, la otra una melena desparramada. Los dos tordos en el aire, los jinetes con camisas de nieve y de sal, con camisas almidonadas, se dan la mano.

El público jalea. Destello de caballos blancos al galope, entre la cal de las casas de un pueblo de Cáceres, con caballistas de leche. Destello, fulgor, instante luminoso en un lunes claro de Pascua. ¿Y después? No hay después, después es también ahora.