La foto de Fernando de Haro: "La fuga de los presos ha sido como las de las películas"

La foto de hoy es una foto de la fachada de una cárcel de un país lejano. No hubiera sabido que es una cárcel sino hubiera leído el pie de foto. Porque parece un edificio de apartamentos baratos, con una alambrada por delante y las ventanas del primer piso con algunas rejas metálicas. Las cárceles se parecen a los pisos y los pisos se parecen a las cárceles.

El pequeño presidio ha sufrido un incendio y el ladrillo visto es ladrillo ahumado y los cristales de las ventanas tienen boquetes con la forma de los bocadillos de los tebeos cuando el protagonista está enfadado. Ya en la calle un colchón de una cama de matrimonio busca una buena postura sin encontrarla. Un colchón debajo de las ventanas y tres sábanas amarradas a las barandillas.

Tres sábanas de colores, largas, como pabellones de un barco naufragado. La fuga de los presos ha sido como las de las películas, como las fugas de las historias de doncellas secuestradas que tenían muchas ganas de escaparse con el mozo de sus suspiros. La huida ni ha necesitado mucho esfuerzo ni ha provocado mucho estrépito. La ropa de cama descansaba como todos los días sobre los lechos de las celdas, los pocos metros que separan el segundo piso de la acera eran los mismos de siempre.

Y la alambrada era tan liviana como de costumbre. Todo estaba donde solía estar y cómo solía estar. Pero hasta que los presos no han sentido la cercanía de las llamas, hasta que no han pensado que su vida estaba peligro, hasta ese momento no han empezado a buscar lo que nunca habían visto. Estaba allí pero no lo habían visto. Ha sido la necesidad, el apremio lo que les ha abierto los ojos y ha desatado las potencias del alma