Cristina Calderón, madre de acogida de urgencia: "Volví a mi casa apasionada, le dije a mi marido, oye, creo que he encontrado mi vocación"
El caso de Málaga, que ha conmocionado a la ciudad, pone el foco en la labor esencial de las familias de acogida de urgencia para proteger a menores en riesgo

El caso pone el foco en la labor esencial de las familias de acogida
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La Policía Nacional ha impedido la venta de una recién nacida por 3.000 euros en Málaga después de que el bebé llegara a un hospital de la ciudad necesitando ayuda médica. Al dar positivo en un test toxicológico por drogas, se activaron todas las alarmas y se inició una investigación que ha destapado una trama de compraventa de menores.

Una madre junto a su hijo
Los agentes comprobaron que los datos del registro civil no cuadraban. El hombre que figuraba como padre y la madre biológica no mantenían ninguna relación sentimental. La investigación policial desveló que la niña tenía un precio de 3.000 euros y había sido vendida por su madre a una pareja que no podía tener hijos. Tras activarse el protocolo de protección del menor, la bebé se encuentra ahora bajo la tutela de la Junta de Andalucía en una familia de acogida de urgencia.
Una investigación en curso
Aunque no constan detenciones por el momento, los implicados están siendo investigados y se enfrentan a varios delitos. Entre ellos, destacan la alteración de la paternidad, la falsedad en documento público por modificar el acta de nacimiento y otros delitos contra las relaciones familiares. Las autoridades continúan investigando por si hay más personas involucradas en este caso que ha generado un gran impacto en la sociedad malagueña.
El refugio de las familias de acogida de urgencia
El caso de Málaga pone de relieve la importancia de recursos como las familias de acogida de urgencia. Cristina Calderón, residente en Madrid, es madre de acogida bajo esta modalidad, que busca evitar que los menores de seis años entren en centros residenciales. Este tipo de acogimiento, que puede durar hasta seis meses, proporciona un entorno familiar a bebés y niños que necesitan ser tutelados de forma inmediata.
La vocación de Cristina surgió mientras trabajaba como fotógrafa de bebés, cuando una clienta le contó que su hijo venía de una residencia por falta de familias de urgencia. "Volví a mi casa apasionada, le dije a mi marido, oye, creo que he encontrado mi vocación", explica. A pesar de las dudas iniciales, su marido y sus tres hijos biológicos apoyaron la decisión, convirtiéndolo en un proyecto familiar.
La despedida duele mucho y es muy dura"
Madre de acogida de urgencia
El día a día de la acogida de urgencia implica una disponibilidad total y una gran implicación emocional. La primera experiencia de Cristina fue especialmente intensa, ya que recibió una llamada para acoger a dos gemelos de siete meses. "Salíamos cada uno con un bebé en brazos, nos miramos como diciendo, o sea, vamos a poder, y pero, bueno, luego fue maravilloso, fue un regalo", recuerda.
Entre la alegría y la despedida
La despedida es, sin duda, el momento más temido. "La despedida duele mucho y es muy dura", confiesa Cristina. Aunque lo intentan vivir como una fiesta que celebra el nuevo comienzo del niño, el vacío que deja su marcha es innegable. "Yo me paso una semana llorando, te voy a ser sincera, pero, bueno, luego me compensa", admite, sabiendo que pronto otro niño necesitará su ayuda.
Para ser familia de acogida de urgencia en Madrid, uno de los requisitos es que un progenitor no trabaje, dada la dedicación plena que se necesita. Además, se valora tener hijos biológicos para contar con experiencia en la crianza. Aunque al principio no existía, ahora la Comunidad de Madrid ofrece una prestación económica para apoyar a estas familias y fomentar que más personas se unan al programa.
La relación con las familias biológicas es una parte fundamental del proceso, con visitas semanales supervisadas. Cristina relata con emoción el día que conoció a la madre de una de las pequeñas: "El día que te conocí dejé de llorar", le confesó la madre, al entender que no le estaban quitando a su hija, sino cuidándola. "Entendí que no, que tú me la estabas cuidando y me estabas cuidando a mí", le dijo, un momento que refleja la profunda humanidad de este recurso.
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