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Así está el narcopiso de Lavapiés dos meses después de la visita de Pilar Cisneros: "Ya dormimos tranquilos"

Hablamos de nuevo con Ignacio Montero, presidente de la comunidad de vecinos donde existe un piso en el que se trafica con droga, para ver cómo es la situación actual del bloque

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 18:56

El pasado 22 de septiembre 'La Tarde' mostró cómo era el día a día de una comunidad del madrileño barrio de Lavapiés donde hay un narcopiso. Los 18 vecinos del número 11 de la calle Salitre viven una situación cada vez más insostenible. El trasiego constante de personas subiendo y bajando sin parar a cualquier hora del día o de la noche les ha obligado a instalar un sistema de seguridad de lo más sofisticado, una especie de "Gran Hermano" con un portero virtual las 24 horas que impide la entrada a todo aquel vecino no autorizado. Dicho sistema hace que los vecinos del bloque tengan que enseñar una identificación para poder entrar en su propia casa. "Entre 50 y 60 personas diarias entran", nos comentaba en septiembre Ignacio Montero, presidente de la comunidad, "y desde que hemos instalado este sistema de seguridad, hemos visto como han disminuido considerablemente."

Todos los vecinos tienen la sospecha clara de que la vivienda en cuestión se trata de un narcopiso, al que van a comprar droga muchos toxicómanos de Madrid. Además del ruido y la inseguridad en la escalera, es normal encontrar mucha gente directamente metiéndose droga en la acera o en los portales cercanos. "Como te puedes imaginar, con este tipo de personas te puedes encontrar de todo: heces, orines, gente tirada por la comunidad... Y luego lógicamente todos los problemas de inseguridad que ya no solo se causan en la propia comunidad, sino también en las inmediaciones y en la calle", apuntaba Montero. Llevan así más de dos años y están hartos. Antes la zona era muy agradable para sus vecinos, en pleno centro de Madrid, pero con la tranquilidad de un pequeño barrio.

El vecino que tiene de cabeza a toda la comunidad no es un okupa, el piso es de su propiedad, o al menos de sus padres, y eso dificulta las cosas a la hora de echarle. "Nos toca esperar a que un juez autorice su salida, o que a este señor en algún momento le dé por abandonar la vivienda y dejar de ejercer la actividad que ejerce", indicaba por entonces el presidente de la comunidad.

Unas Navidades más tranquilas este año para los vecinos

Sin embargo, por suerte recientemente la situación ha cambiado. El pasado 24 de noviembre la policía entró en la casa del sospechoso con una orden judicial. "Todas las denuncias que estábamos presentando han tenido su éxito. Ha habido una investigación policial que ha desembocado en lo que ansiábamos tanto, la autorización para poder registrar esta vivienda y la consecuente detención del individuo en ese momento", nos cuenta ahora Ignacio Montero.

En el momento del registro de la Policía estaban otras dos personas más en el domicilio que, en un principio, no son detenidas. El presidente de la comunidad ha indicado que a los pocos minutos de irse del piso la Policía, una de esas personas decide abandonar la vivienda de forma voluntaria y la otra se queda, pero "al parecer, debido a unas gestiones entre la familia y la Policía, se consigue llegar a un acuerdo para que también en ese mismo día proceda a dejar la vivienda."

No obstante, el individuo prestó declaración y ha sido puesto en libertad, pero la familia ha tomado medidas para que no volviera al piso. "En el momento en que es puesto en libertad, intenta volver al que, según él, es su domicilio, pero se encuentra con el impedimento de sus familiares, que le dicen que no es posible y que no le quieren más en esa vivienda", comenta Ignacio Montero, que asegura que una de las primeras cosas que hicieron los padres fue cambiar la cerradura de la vivienda para evitar a personas indeseadas.

"A raíz de todo el desmantelamiento del piso, la tranquilidad ha vuelto al edificio. Los vecinos ya consiguen dormir tranquilos", afirma Montero. Ahora lo que les toca es reparar todos los daños que ha sufrido la comunidad en todo este tiempo. "De momento, tocamos madera, todo va bien, sigue en orden, y esperemos que ahora nos dejen empezar a trabajar para poner la comunidad decente nuevamente".

Aunque la calma ha vuelto a su edificio, el presidente confirma que seguirán usando el sistema de seguridad que instalaron en su momento: "Todavía nos tenemos que reunir todos los vecinos para tomar decisiones, pero a día de hoy el sistema sigue instalado y, de momento, al menos por mi parte, no hay ninguna intención de retirarlo."

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