Desde hace más de 300 años, las ciudades y los pueblos son un lugar más seguro los días de tormenta. Todo gracias a un hombre, Benjamin Franklin, que en 1752 inventó el pararrayos.

Desde aquel entonces, no ha habido ninguna novedad al respecto y se ha seguido utilizando este aparato hasta ahora. Un grupo de científicos de distintas nacionalidades ha trabajado durante años para presentar una alternativa al pararrayos, un láser que los desvía.

Este grupo de expertos lo ha conseguido, y lo han llevado a cabo en la cima del Monte Santis en Suiza. Jorge Alcalde, divulgador científico de La Tarde, ha explicado el funcionamiento de este invento: “Es novedoso porque se emplea un gran rayo láser para simular una especie de pararrayos gigantesco, que es capaz de desviar la trayectoria de muchos más rayos que un para rayos convencional”.

Ha sido la primera vez que han llevado a cabo el experimento fuera de un laboratorio, y ha sido todo un éxito: “Lo han comprobado en una torre que normalmente recibe muchos impactos de rayos en una zona muy tormentosa del mundo”. Se ha comparado la diferencia de impactos que ha recogido un pararrayos convencional y el láser, la diferencia es enorme.

El experto de La Tarde ha explicado la gran diferencia que existe entre el método convencional y este nuevo invento: “Un pararrayos convencional a una altura de unos 10 metros puede desviar los rayos que caigan a unos 10 metros alrededor de ese edificio”. ¿Y cómo funciona el láser?: “Si tenemos un pararrayos de decenas de metros, de centenares de metros o incluso de kilómetros... Podríamos estar desviando una gran cantidad de rayos en centenares de metros o kilómetros”.

Si tenemos en cuenta la distancia que puede cubrir este nuevo tipo de pararrayos, hay muchas ventajas. La más clara sería la protección de los bosques, un láser de este tipo podría proteger una gran superficie de árboles y evitaría muchos incendios.