La Foto: "Y pasó 2.000 días con sus 2.000 noches entre rejas esperando"

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La foto que me ha llamado la atención la he visto en la web de National Geographic. Randal, así se llama el protagonista de la imagen, viste una camiseta azul. Es un azul cobalto. Randal, que ha cumplido los 70 tiene la piel rubia, los dedos algo retorcidos por la artritis, las manos surcadas por grandes venas, como raíces que salen a la superficie. Randal gasta una perilla blanca, se cubre con un sombrero de paja. Bajo sus ojos celestes dos grandes bolsas. Randal mira a la cámara con una expresión lejana, como si su alma se hubiera ido apagando sin dar mucho ruido. Pero es una apariencia falsa. Porque toda él, todo Randal, todo la intensidad que corre aún por sus venas, se concentra en el gesto de ternura con el que sostiene en un mano un pajarico, todavía un pollo un pajarico que apoya en su pecho y sostiene en una de sus grandes manos. Randal conserva todavía delicadeza en sus gestos después de haber pasado cinco años encarcelado en el corredor de la muerte. Randal, que es inocente, fue condenado por el asesinato de su exmujer. Fue condenado cuando no era culpable. Y pasó 2.000 días con sus 2.000 noches entre rejas esperando una muerte que podía llegar en cualquier momento. No hay cheque ni reparación del Gobierno que devuelva a Randal esos cinco años. Me gustaría preguntarle a Randal si los amaneceres que ha visto desde que salió de prisión, si ese misterio que es levantarse vivo, recibirse vivo cada mañana, si las montañas de su pueblo, si los pájaros que se caen de los árboles, si el rostro del mendigo que pide junto a su calle, si la señora que lava a los ancianos del asilo cercano, si la vida, si la vida ha sido suficiente reparación. Me gustaría preguntarle a Randal si ya se siente reparado o espera una justicia que a de llegar.

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