La Foto: "Huye de la primavera porque le trae la nostalgia de lo hermoso, tampoco quiere belleza"

La foto que me ha llamado la atención hoy la he visto en La Vanguardia. Es el retrato de un señor muy antiguo. En el Museo Nacional Egipcio han sacado a pasear a algunas de las viejas glorias del país y el señor de la foto ha sido uno de los protagonistas del paseo. Esta el hombre calvo, sin un pelo en la cabeza, delgado como manda la moda de una masculinidad cuidada, y luce envuelto en una sábana de lino que también es tendencia. Los manas cruzadas sobre el pecho, los ojos y la boca cerrados pero sin hacer fuerza, el rostro algo anguloso pero con señorío en la cara, firmeza de la barbilla, ángulo casi perfecto de la nariz, los rasgos que a través de la sangre les llegan a los que poseen un rancio abolengo.

El señor de la foto tiene muchos años pero conoce las últimas sensibilidades y así aparece absolutamente relajado, tranquilo. Sabe hacer bien las inspiraciones que llevan el aire al abdomen y las expiraciones lentas. Sabe utilizar su mente para que sus músculos vayan perdiendo tensión. Pero es, sobre todo capaz de comparecer ante las cámaras tan distendido porque ha conseguido estar más allá del sufrimiento, el secreto es que ha adormecido, eliminado todo deseo. Ya no le gustan las chicas guapas, ni las buenas tardes con los amigos, ya no aspira a la justicia. Huye de la primavera porque le trae la nostalgia de lo hermoso, tampoco quiere belleza. Ha conseguido tal grado de indiferencia que ni la mentira le hace hervir la sangre, ni aspira a conocer más, a saber cuál es la verdad. El señor de la foto, el señor faraón parece eterno en su sabiduría, pero simplemente está muerto.