La Foto: "Esa mirada de niño que observa el mundo en su secreto"

La foto que me ha llamado la atención hoy la hizo Raquel Chicheri y la publico en el País. En Blanco y Negro, dos niños, un niño y una niña, en el patio de su casa. Los dos están desnudos de cintura para arriba. La niña con un pantalón estampado, con una mano en una cadera, con el pelo recogido. El niño rubio, con el pelo largo. Los dos se apoyan en largas cañas que le han servido en las últimas horas para vivir una intensa aventura, para adentrarse en una tierra prometida, desconocida, llena de promesas, llena de misterios. La tierra que rodea su casa. Con sus palos han cruzado arroyos secos que parecían un Missisipi sin ribera, le han robado a la higuera las últimas brevas ya secas, han levantado piedras que escondían tesoros, han hecho cabañas capaces de resistir los más terribles huracanes, han sacado agua del desierto. Con dos palos y una tarde de verano los dos niños han vivido conquistas que los ejércitos de Alejandro nunca conocieron, han llegado al extremo del mundo. El extremo del mundo en la maravilla de un tronco de pino ahuecado, en la maravilla de una fila de hormigas que desfila con un orden sorprendente, en la intriga de un hueso de quien sabe que fiera, el extremo del mundo, en fin, en cada esquina de brisa caliente, en cada piedra, en cada mata de mirto, en cada ruido y en cada susurro. Se les ve a los niños en la foto, exhaustos. Cansados después de haberse asomado al misterio del mundo: los árboles, los pájaros, las piedras en su maravilla. Ojos de niño en una tarde de verano, mirando con sorpresa el mundo, un mundo distante y cercano, distante en su secreto, el secreto de cada cosa que existe. Cercano para quien tiene sed de aventura. El fatigoso camino que se emprende cuando uno se hace mayor probablemente no tenga otro destino que esa mirada de niño que observa el mundo en su secreto, el mundo llamándonos.