La foto: “Da angustia y pena ver al paisano luchar contra la nevera que lleva dentro”
La foto de Fernando de Haro.

Madrid - Publicado el - Actualizado
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La foto que me ha llamado hoy la atención es de una calle con parque infantil en una ciudad helada en la que ha amanecido despejado. El sol ya alcanza la fachada del edificio que sirve de fondo al retrato. Es la fachada de un bloque de viviendas con pequeños miradores que reciben la luz como una bendición. La noche ha estado atravesada por un frío sin fin, árido, un frío como de cristales que corrieran por la sangre. Un frío desolado e infeliz. Y ahora, con los primeros rayos del día, llega un consuelo que se parece a un rumor de risas en un desierto. El sol todavía no está suficientemente alto y el suelo del parque infantil sigue erizado por las nieve y las heladas. Los árboles sin abrigo, desvalidos. El banco donde los vecinos simulan haberse encontrado por casualidad, encharcado. Los columpios abandonados. Un paisano, tan pronto como ha amanecido se ha puesto un abrigo viejo, ha bajado al sótano y ha recuperado un serrucho desdentado. Ahora intenta, en el banco del parque, convertir el marco de una ventana en leña para encender una candela. No le resulta fácil, flexiona una rodilla para coger más fuerza y se le oye resoplar. Aserrando, aserrando ha encontrado un poco del calor que se fue en septiembre. El paisano necesita templarse y a falta de mata recia y de combustible va a convertir la ventana en astillas. Da angustia y pena ver al paisano luchar contra la nevera que lleva dentro, pero también fatiga y angustia pensar que se va a quedar sin ventana, sin paisaje, sin claridades, sin poder mirar fuera de su encierro, sin poder reparar en el viaje de las nubes, sin acompañar al ciprés que se zimbrea.