Sergio, coordinador de bienestar de un colegio de Madrid: "A veces el acosador dice que no lo hacía con maldad. Cuando escucha al otro contarle cómo se sintió, se da cuenta, pide perdón y no vuelve a repetirse"

Fernando de Haro se adentra dentro del mundo del bullying en los colegios, hablando con profesionales de los colegios para saber cuál es el perfil del acosador

Sergio, coordinador de bienestar de un colegio de Madrid
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Luis Calabor

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Mientras España se prepara para un cambio de tiempo con la llegada de lluvias y un notable descenso de las temperaturas, hay otro frente que preocupa en los colegios: el acoso escolar, una realidad que sigue afectando a miles de niños y adolescentes cada año. En muchos centros educativos, los equipos docentes trabajan con dedicación para prevenirlo y gestionarlo antes de que cause daños irreparables. 

En La Mañana Fin de Semana de COPE, Fernando de Haro ha visitado un colegio de Madrid para conocer cómo se afronta este problema desde dentro. En el centro, los profesores, la dirección y el personal de vigilancia trabajan de manera coordinada para garantizar que cada alumno se sienta seguro. Pero hay una figura que cobra especial relevancia: el coordinador de bienestar, responsable de mediar y acompañar a los estudiantes en los conflictos más delicados. 

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El recreo es uno de los momentos más vigilados del día. “Estamos cuatro profesores haciendo la vigilancia y vamos con chalecos para que los niños nos identifiquen rápido”, explica uno de los docentes encargados del patio. Su misión no es solo mantener el orden, sino detectar cualquier signo de exclusión, maltrato o abuso. “Lo que más hacemos es escuchar a los niños que vienen a pedir ayuda o a contarnos un problema”, añade.

La directora del centro, Ana Martínez, detalla que el proceso para actuar ante un posible caso de acoso está perfectamente establecido. “El acoso es un maltrato reiterado entre iguales, no un conflicto puntual”, aclara. Cada comunidad autónoma cuenta con su propio protocolo, y en el caso de Madrid, se activa inmediatamente en cuanto hay sospechas.

 “Lo primero es proteger al alumno víctima. Nunca estará solo y se le asignan compañeros de referencia para que le acompañen y apoyen”, explica Martínez.

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Mientras tanto, un equipo de docentes investiga los hechos y se reúne con las familias. “A veces los padres no se creen lo que está pasando, pero es fundamental escuchar a los niños y actuar rápido. Si un alumno no quiere venir al colegio o está inquieto, algo pasa”, advierte la directora. 

Además, el centro colabora con la Policía Municipal a través de los agentes tutores, que realizan charlas y dinámicas en las aulas para reforzar la convivencia. 

A veces los padres no se creen lo que está pasando, pero es fundamental escuchar a los niños y actuar rápido. Si un alumno no quiere venir al colegio o está inquieto, algo pasa"

Ana Martínez

Directora del centro

“Cuando el acosador escucha cómo se sintió el otro, algo cambia”

En este colegio, la prevención no solo se centra en la víctima. También se trabaja con el agresor. Sergio, el coordinador de bienestar, se encarga de mediar en los conflictos y de hacer entender al acosador el daño que causa. “Cuando hay un problema entre alumnos, hablo con ellos, intento entender lo que pasa y buscar una solución”, cuenta.

Muchas veces, asegura, los propios agresores no son conscientes de lo que están haciendo. “A veces me dicen: ‘No lo hacía con maldad’. Pero cuando el acosado les explica cómo se sintió, se dan cuenta, piden perdón y no vuelve a repetirse”, explica Sergio. En esos momentos, la empatía —esa palabra tan usada y tan difícil de enseñar— se convierte en una herramienta poderosa.

El perfil del acosador suele repetirse: “Suelen fijarse en el más débil, el que menos se defiende, el que es diferente o el que aguanta sin quejarse”, señala. Para él, el origen del problema está en la falta de empatía propia de la adolescencia. “En estas edades, la empatía brilla por su ausencia. No se ponen en el lugar del otro, y no entienden que lo que hacen puede doler”, afirma.

Ana Martínez, directora del centro, con Fernando de Haro

Ana Martínez, directora del centro, con Fernando de Haro

Por eso, en las clases de ética y tutoría se insiste una y otra vez en ponerse en el lugar del otro. “Hay que insistir como un disco rayado: ‘¿Cómo te sentirías tú si te pasara lo mismo?’”, comenta. “La madurez llegará, pero mientras tanto, tenemos que educar emocionalmente para evitar que el acoso eche raíces”. Educar también al agresor

El trabajo de mediación da resultados. “Cuando intervenimos rápido, el acoso no va a más. Los chavales confían en nosotros y acuden enseguida”, asegura Sergio. En este colegio madrileño, el mensaje es claro: tanto la víctima como el agresor necesitan acompañamiento y orientación.

El reportaje concluye con una reflexión de Fernando de Haro: en el debate sobre el acoso escolar, se habla mucho de las víctimas —como es lógico—, pero quizá ha llegado el momento de mirar también al acosador, entender sus carencias y ayudarle a cambiar. Porque, como demuestra la experiencia de este colegio, a veces basta con escuchar al otro para que la violencia se transforme en comprensión.

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