Probablemente, los niños que estén naciendo este fin de semana se dedicarán a una profesión que todavía está por inventar. De hecho, según algunos estudios, el 65% tendrá un trabajo, normalmente dentro del ámbito digital, del que poco o nada sabemos a día de hoy. Aunque tampoco es algo que nos deba sorprender y es que quién nos iba a decir que existirían programadores de blockchain o que las redes sociales crearían influencers que ganarían miles de euros con los likes recibidos en una sola fotografía.

La sociedad se moderniza, evoluciona, cambia, normalmente al ritmo de la tecnología y, sin poner en duda todas las facilidades que ha traído consigo, también está provocando la desaparición de los oficios más artesanales. En ciudades como Madrid, ahora nos asombramos cuando vemos a un panadero amasando de madrugada o escuchamos el silbido de un afilador. Y es curioso, porque la capital es un gran ejemplo de gran ciudad con nombres de calles dedicadas a las profesiones que, si todavía no han desaparecido, están muy cerca de hacerlo. Es el caso de la madrileña calle Almirante que, en el siglo XX, era conocida como la calle de las cesterías.

Precisamente, en esa céntrica zona, está ubicada la tienda de mimbre y esparto de Daniel, tercera generación de cesteros que mantiene un negocio que abrió sus puertas en los años 50. Él comenzó cuando era un adolescente y ahora, tres décadas después, continúa vendiendo y arreglando muebles, estableciendo estrategias que lo mantengan vivo frente a la amenaza que el desarrollo tecnológico representa para la artesanía.

Ahora bien, en estos cerca de 70 años nos explica que su oficio se ha ido adaptando, evolucionando, convirtiéndose no solo en cestero, también en carpintero o estudiante de inglés para prestar un mejor servicio a su clientela. Un esfuerzo que ellos le han devuelto demostrando su lealtad y convertiendo el regreso tras el cierre de la pandemia, en unas semanas repletas de trabajos y encargos que lograron frenar las duras consecuencias económicas que supuso el cierre, durante tantas semanas, de su tienda a consecuencia de la covid.