"Una democracia con menos libertades es menos democracia o no es democracia"

Escucha el monólogo de Fernando de Haro del domingo 16 de noviembre

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Hace unos días, una empresa estadounidense, Antropic, detectó un ataque cibernético a gran escala contra empresas tecnológicas, instituciones financieras, industrias químicas y agencias gubernamentales. Detrás de ese ataque estaba un grupo chino que utilizó la inteligencia artificial para conseguir contraseñas y datos.

Fue un ataque sin precedentes, porque la inteligencia artificial la utilizó el grupo chino no solo como herramienta. La propia inteligencia artificial elaboró el programa de espionaje y de sabotaje, actuando de forma independiente en el 99 por 100 de los casos.

El despertar de la máquina

¿Significa esto que la máquina está a punto de despertar, que la inteligencia artificial va a ser inteligente como lo somos las personas? Hay quien dice que sí, que la máquina puede despertar a la conciencia, pero la inmensa mayoría de los científicos dicen que no.

Y esto es así por dos razones: porque no se puede pensar como un hombre sin ser un hombre, y un hombre no es solo un ser pensante, es también un cuerpo. Somos cuerpos pensantes.

La segunda razón es el salto cualitativo, el gran misterio que hay en el desarrollo de la autoconciencia. Nosotros no pensamos en nosotros mismos pensando porque hayamos acumulado muchos datos, es un salto cualitativo que la máquina no puede dar.

El valor de la conciencia

El 7 de diciembre de 1941 los japoneses atacaron Pearl Harbor. Desmond Doss, un joven de Virginia alistado, se negó a utilizar las armas por sus convicciones religiosas. Fue objetor de conciencia, un mecanismo de las democracias complejas en las que es necesario compatibilizar lo que se decide por mayoría y la tutela de la conciencia.

Llevar a cabo abortos, para muchos médicos, violenta su conciencia porque entienden que es acabar con una vida, y por eso quieren objetar. Es verdad que las leyes están para cumplirlas, pero es necesario respetar la conciencia de quien la rechaza, salvo que se cause un mal mayor.

Un registro polémico

Ayer la ministra de Sanidad, Mónica García, anunció que va a llevar a la comunidad de Madrid, a Isabel Díaz Ayuso, a los tribunales. El motivo es haberse negado a crear el registro de médicos objetores de conciencia que no quieren practicar abortos, previsto en la ley.

La ley del aborto promovida por Irene Montero establecía que los médicos podían apelar a su conciencia, pero para ello tenían que inscribirse en un registro en cada comunidad autónoma. Todas han acabado creando ese registro, menos la comunidad de Madrid.

Isabel Díaz Ayuso se ha mantenido firme en su rechazo porque considera que ese registro es una lista negra. El viernes, la consejera de sanidad madrileña, Fátima Matute, anunciaba que la Comunidad de Madrid no iba a crear ese registro.

El Colegio de Médicos de Madrid está en contra de este registro porque inscribirse podría suponer presión para los médicos. Las consejerías de sanidad, con el registro en la mano, pueden decidir si contratar o no a un ginecólogo que es objetor.

Es como si en una entrevista de trabajo te preguntan si eres musulmán, cristiano o agnóstico; no se puede hacer esa pregunta. Tú no estás obligado a declarar tus creencias ni puedes sufrir discriminación por ellas.

Apuntarse en un registro de objetores significa declarar de entrada tus creencias. La democracia no es solo un problema de mayorías; además de las mayorías, está la Constitución y los derechos fundamentales, como la libertad de conciencia.

Es un asunto complejo que necesita equilibrio y diálogo. Pero hay una cosa evidente: una democracia con menos libertades es menos democracia o no es democracia.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

Visto en ABC

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