Nadie duda del impacto emocional que ha tenido el caso de Ángel y María José. Él ha ayudado a su pareja en estado terminal al acabar con su vida después de 30 años de enfermedad degenerativa. Un caso que además se ha visto amplificado por las grabaciones en vídeo de los últimos días que ha compartido esta pareja hasta el desenlace.

El hombre ha sido detenido y puesto en libertad y será la justicia quien determine cualquier responsabilidad que pueda haber según la legislación vigente.

Lo que es digno de consideración es como el debate de la eutanasia se ha colado en medio de la pre-campaña electoral a raíz de este caso. La historia de esta pareja, el sufrimiento, el final de una vida y el drama que supone tiene una dimensión social que ha sido absorbida inmediatamente por la actualidad electoral. El PSOE ya ha convertido los viernes del consejo de ministros en una maquinaria de difusión electoral a costa del erario público así que el hecho de que este debate de la eutanasia haya entrado en la campaña desde Moncloa no sorprende.

Sirve al PSOE para reconducir el foco social y mediático a un terreno que le es cómodo y lo aleja de otros más comprometidos como los apoyos que ha recibido de Bildu a sus decretos, como el apoyo que los socialistas han dado a la ley vasca de sobre abusos policiales o los coqueteos que sigue manteniendo con los independentistas de cara a futuros e hipotéticos pactos tras el 28 de abril.

Además y por otro lado, el PSOE puede seguir limando las posibilidades electorales de Podemos al capitalizar el debate en el caladero de votos de la Izquierda.

Este debate sobre la eutanasia no es nuevo pero ahora se ve avivado por la fuerza emocional de la historia que hay detrás, difundida de forma masiva, y por los anhelos electorales. Aquellos que pedían no legislar en caliente sobre la prisión permanente revisable consideran ahora que hay que legislar de inmediato en esta materia tras este caso.

El tema tiene muchas aristas. Empezando por abordar un verdadero sistema de cuidados paliativos que actualmente no existe en España tal y como reclaman los colegios de Médicos. Cabe preguntarse si esta mujer en fase terminal tras décadas de enfermedad hubiera decidido el mismo final de haber tenido acceso a unos cuidados paliativos suficientes y asistida por profesionales.

Y decíamos que el Gobierno continúa con la maquinaria electoral alimentada por erario público. Lo último son 1.313 millones de euros en un plan parados de larga duración. Ojalá sirva para algo y ojalá sea algo útil pero, cómo cada viernes, el aroma electoral es como para pensar que hay mucho de titular y poco de contenido. Incluso esta vez han sido los propios sindicatos los que han hablado de brindis al sol.

Mejor sería si este tipo de medidas se dieran fuera del periodo electoral y con más consenso. A lo mejor, incluso, con un gasto más calculado. La Autoridad fiscal Independiente, la AIREF ha advertido de que estos viernes electorales están sumando casi mil millones al déficit.

Un ejecutivo, este de Sánchez, que ha intentado en las últimas horas desmarcarse de los proetarras de Bildu. Sobre todo marcar distancias tras el apoyo de Otegui a los decretos y marcar distancias con Bildu por su ataque llamando nazis a los representantes de la Policía y la Guardia Civil. Con ese afán, la Portavoz del Gobierno Isabel Celaá ha criticado el tono de Bildu y lo tilda de inaceptable.

Y puede ser inaceptable, desde luego, pero al final el hecho es que el PSOE ha aceptado el voto de Bildu para los decretos de Sánchez, para la moción de censura o los socialistas han apoyado una comisión en el Parlamento vasco contra la Policía y la Guardia Civil formada por afines a Bildu y al PNV.