Expósito dibuja el mapa del "epicentro de la inmigración mundial": "4.000 km y cientos de muertos al año"

El director de La Linterna explica desde la selva del Darién, en Colombia, cómo es la ruta infernal de los migrantes desde Sudamérica hasta Estados Unidos

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Ángel Expósito

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El director de La Linterna, Ángel Expósito, dibujaba este lunes desde Colombia el mapa de la inmigración “en el epicentro mundial”: desde el infierno de la selva del Darién hasta la frontera de Estados Unidos. Como explica el comunicador de COPE, hasta 4.000 kilómetros de travesía en la que cada año mueren cientos de personas.

“Este es el epicentro de la inmigración mundial. Un termómetro perfecto de por dónde pasan los movimientos migratorios en esta locura de la inmigración salvaje”, explica en su videoblog de este lunes el director de La Linterna. Expósito y su equipo se encuentran en el Necoclí, en el Estado de Antioquí, en Colombia. “Migrantes desde Europa, Asia, África, el resto de América e intentan cruzar por el infierno del Darién (97 km)”, explicaba.

“Para llegar ahí, que ya es Panamá, cruzan en barcos con coyotes, mafias de tráficos de personas, desde Necoclí hasta El Chocó, donde atraviesan Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y la locura de México. Casi 4.000 km de distancia, en condiciones infrahumanas, con riesgo de tráfico de personas, de violencia sexual salvaje, cientos de muertos al año, porque en el Darién mueren de hambre, sed, accidentes...”

“Y lo más increíble: la mayoría son venezolanes, pero legan ecuatorianos, colombianes, del resto de América y miles de chinos”.

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Expósito: “He visto y olido la desesperación”

Además, el comunicador de COPE profundizaba en ese tema en su editorial del lunes en La Linterna: “El miedo es infinito pero la esperanza por lograr el sueño americano es aún mayor que el terror. No tienen absolutamente nada que perder, salvo su vida, y por aquí una vida vale muy poco”.

Cientos de miles de venezolanos llegan sin parar desde su país a este embudo infernal del Darién. Junto a ellos centenares de ecuatorianos y colombianos a los que se suman chinos, subsaharianos y hasta nepalíes y afganos. Todos se amontonan, según su renta, sus ahorros y su miseria en Necoclí (Colombia) dispuestos a pagar lo que sea para cruzar el Golfo de Urabá hasta Acandí, casi la frontera con Panamá. Y a partir de ahí a pie por el infierno más atroz de cualquier ruta migratoria del mundo: La selva del Darién”.

“Yo he tenido la suerte de navegar ese Golfo con la Armada colombiana y resulta sobrecogedor pensar cuántos muertos yacen bajo nuestra patrullera. Cuentan que Núñez de Balboa atravesó este Tapón hace 500 años con un puñado de españoles. Hoy lo intentan miles de caminantes a diario sin absolutamente nada. Sólo con Fé (quienes sean capaces de conservarla) y con hambre, sed, infecciones y enfermedades”.

“Nadie, absolutamente nadie, quiere huir de allí donde nació. Hasta que puede la desesperación humana más inimaginable. Yo la he visto y olido. Solo así se explican los cadáveres flotando en el Golfo y en las riberas de los arroyos de la selva. Una desesperación que surge y se alimenta por el miedo, el hambre, la miseria y el desconociniento. Pero no hay marcha atrás. No hay opción. Camina o revienta. Llega hasta la frontera de Estados Unidos o muérete antes. Muérete tu y los tuyos porque hacia atrás ya no queda nada”.

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