Diego Garrocho: "Ni en la guerra ni en ninguna otra circunstancia pueden legitimarse ciertas formas extremas de violencia"
El profesor de Filosofía, Diego Garrocho, advierte que ni siquiera en la guerra puede justificarse el uso indiscriminado de la violencia

Madrid - Publicado el
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Por más que exista esa frase manida y desafortunada que afirma que en el amor y en la guerra todo vale, lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza demuestra de forma evidente cómo un estado puede perder su legitimidad para defenderse cuando recurre a un uso indebido de la fuerza. Que Israel tenga derecho a defenderse no significa que pueda hacerlo de cualquier manera. El uso indiscriminado de la violencia o las acciones que contravienen el derecho internacional humanitario jamás podrán ser legitimadas.
Es cierto que la guerra puede suspender algunos derechos, pero eso no implica que un conflicto bélico o que incluso la defensa propia supongan una abolición absoluta de la moral. En estos días estamos siendo testigos de cómo el bloqueo a la ayuda humanitaria pone en riesgo la supervivencia de miles de niños en la Franja de Gaza y hoy mismo el ejército israelí ha disparado en Cisjordania contra una delegación diplomática compuesta por personas de 21 países, incluido España.
La distinción entre combatientes y no combatientes, así como la proporcionalidad en la respuesta, son principios esenciales de una moral mínima que debemos exigir incluso en el contexto de un conflicto armado. Desde mediados del siglo XIX hasta 1949, los convenios de Ginebra han establecido pautas para minimizar el sufrimiento humano en la guerra, pero incluso antes pensadores como Cicerón o Francisco de Vitoria ya subrayaban que incluso en la guerra deben respetarse ciertas normas.
El derecho internacional humanitario representa sin duda un límite y muchas personas remiten a él en estos días. Sin embargo, más allá de las normas suscritas por los estados, existe algo anterior que no requiere sanción jurídica ni norma escrita. Una intuición moral mínima que nos recuerda que ni en la guerra ni en ninguna otra circunstancia pueden legitimarse ciertas formas extremas de violencia.