"Todo sigue igual porque a nadie le interesa que cambie"

Rubén Corral analiza en 'La Linterna' la jornada de hoy mediante tres conceptos: sensación, ciudad y aniversario. La sensación de calor en España, con una ola de calor que no hace otra cosa que prolongarse, la ciudad de Gaza, cuya población no ve un final a la guerra con Israel, y el aniversario de la huida de Puigdemont.

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Pues hoy tengo que hablarte de una sensación, una ciudad, o lo que queda de ella, y un aniversario.

La sensación. La de calor, la de agobio. Esta segunda ola de calor del verano está siendo constante, no bajamos de los 40 grados y está durando mucho. Empezó el pasado domingo y ya nos cuentan desde la Agencia Estatal de Meteorología que se va a prolongar, al menos, hasta el próximo jueves. Al menos, que puede durar más.

A esta hora los termómetros en Madrid marcan 38 grados, hace más calor en Madrid que en El Cairo —en El Cairo la máxima son 35—, en Córdoba, 39 y en Cáceres, 37. Ese calorazo va a coincidir, quizás, con la semana en la que más gente está de vacaciones. Te recuerdo que el próximo viernes es fiesta y cogiendo cuatro días en el trabajo, uno se puede juntar con nueve jornadas de descanso, que vienen muy bien.

La ciudad, o lo que queda de ella, es Gaza. Y es que todo el mundo hoy mira a la Franja. De madrugada conocíamos lo que era un secreto a voces: el gobierno de Benjamín Netanyahu daba la orden para entrar en la ciudad de Gaza. El objetivo, según el Ejecutivo israelí, es acabar con Hamás, destruir a los responsables de la masacre del 7 de octubre.

Se inicia de esta forma una segunda fase de la guerra. En ningún momento se habla de anexionar Gaza, el plan es entrar, encontrar a los rehenes como sea, cueste lo que cueste, eliminando a quien haya que eliminar y acabando por completo con los terroristas de Hamás. Luego, pues ya veremos.

El día siguiente a lograr ese objetivo aún está por definir. Lo único que sabemos es que Netanyahu, en principio, no quiere administrar ese territorio. Se lo quiere dar a entidades árabes, estados árabes. De momento, ningún estado árabe ha levantado la mano para hacerse cargo de eso.

El caso es que la comunidad internacional ha respondido pidiendo a Netanyahu que reconsidere su situación: la Unión Europea pide un alto el fuego, Alemania suspende las exportaciones de armas a Israel, Reino Unido y Australia hablan de error... Todos coinciden en que la situación en Gaza es dramática e intolerable. Y aquí hay dos cuestiones muy delicadas:

En primer lugar es la población civil de Gaza, los gazatíes. Esos más de dos millones de personas que no son terroristas todos ni miembros de Hamás y que están sufriendo las consecuencias. Primero, de los bombardeos y luego, del bloqueo de ayuda humanitaria. Hay que seguir insistiendo en que los servicios fundamentales prácticamente no existen en la ciudad: más del 80% de las infraestructuras dedicadas tanto a saneamiento como a distribución de agua están destruidas, el 92% de las viviendas de la Franja son escombros, en ciudad de Gaza se ha derruido el 75% de esa ciudad. Además, miles de niños se mueren de hambre. La semana pasada hablábamos con sanitarios que se encuentran allí y nos decían que ante la falta de medios no pueden atender a todo el que lo necesita y que se ven obligados a elegir quién vive. La hambruna además está condenando a toda una generación de gazatíes.

¿Qué va a pasar ahora con esa población? ¿Qué va a ocurrir con esos dos millones de personas? ¿Quién se va a hacer cargo de ellos? Son seres humanos, no son ganado. Insisto e insistiré que esto no es una guerra entre dos Estados, es un enfrentamiento entre un gobierno que hace uso de toda su fuerza, incluida la población civil y un grupo terrorista. En una guerra, el Estado siempre debe ser garantista, debe respetar unas mínimas leyes. Eso es lo que diferencia a los sistemas democráticos de los grupos terroristas.

Y el segundo punto delicado son los rehenes. Se calcula que Hamás mantiene aún 50 personas en su poder desde hace casi dos años. De esos 50 rehenes, dicen que vivos solo estarían una veintena. Hamás los lleva usando todo este tiempo como arma negociadora, los utiliza para seguir presionando al gobierno israelí, los trata más como moneda de cambio que como seres humanos. La sociedad israelí sigue reclamando a su gobierno su liberación. Es una necesidad para ellos, es una forma de poder empezar a coser las gravísimas heridas que dejó el 7 de octubre. Tras el anuncio de Israel de tomar Gaza, Hamás ya ha respondido que lo que va a hacer Netanyahu con eso es condenar a los rehenes.

Y ahí es donde la sociedad israelí está levantando la voz. Desde hace tiempo creen que la única manera de arreglar lo que está ocurriendo allí es firmar el cese de la guerra, el alto el fuego y sacar a todos los rehenes de una vez. Hoy, en 'Mediodía COPE', Pilar Cisneros ha charlado con Itzik Horn, argentino-israelí, padre de Eitan, uno de esos 20 rehenes secuestrados desde el 7 de octubre de 2023.

"La familia, estamos alterados, enojados, asustados, no solo por esto, ya venimos con una semana desde las peliculitas que Hamás liberó, donde vimos a un rehén, simplemente huesos, cavando su tumba. Si eso no es sadismo, ¿qué es sadismo? Así que estamos todos muy alterados".

La sociedad israelí empieza a levantar la voz y quizás esa sea la solución: que desde dentro de Israel se den cuenta de que una cosa es Hamás, los responsables de la masacre del 7 de octubre, y otra los gazatíes, los niños y las madres que se están muriendo de hambre.

Y para terminar, tengo que hablarte del aniversario. Posiblemente, sea uno de los aniversarios más humillantes y tristes que se puedan celebrar. Bueno, hoy hace un año del sainete de la huida de Puigdemont. Hace un año, si lo recuerdas, en el Parlament, se celebraba la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat y Puigdemont lo dio todo por venir para estar presente en ese debate —no llegó a entrar en el Parlamento, ¿eh?—. Lo que vimos fue a Puigdemont dar un mitin a las puertas del Parque de la Ciudadela y desaparecer. Primero rodeado de gente que lo arropó, los que iban con los gorros de paja y demás, y luego en un coche blanco. Eso fue lo que vimos. Lo que intuimos es que se llegó a una especie de apaño en el que todos ganaron. Sánchez siguió manteniendo su gobierno, Illa tuvo su investidura y Puigdemont pudo presentarse como un héroe ante los suyos.

Un año después, pues todo sigue igual. Sánchez se mantiene en Moncloa gracias a Junts, Illa sigue en el Palacio de la Generalitat gracias a Sánchez y Esquerra y Puigdemont sigue presentándose como víctima, sigue presentándose como mártir del nacionalismo gracias a Illa y a Sánchez. Además, sigue explotando su situación para vivir del aire. Claro, la conclusión a la que llegamos es que todo sigue igual porque a nadie le interesa que cambie.

Visto en ABC

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