Hoy te quiero hablar de tragedia y esperanza. De presente y de futuro. Verás, las cifras hablan solas. En los últimos días 176 personas han sido rescatadas cuando trataban de alcanzar la costa de Baleares, Murcia, o Alicante. 163 llegaban a las costas de Almería. Y 113 eran rescatadas cerca de la costa canaria.

Alguno pensará que son sólo números. Otros, en cambio, vemos personas. Vidas rotas que huyen de la guerra, el hambre o la pobreza… situaciones insostenibles en muchos casos. Discriminación, persecución, abusos…

Hombres y mujeres que arriesgan no solo su vida, también la de sus hijos, en busca de un futuro mejor. Muchos no lo consiguen… El año pasado 1717 personas perdieron su vida intentando llegar a nuestro país. En lo que llevamos de año han fallecido, que se tenga constancia, al menos 141 personas.

Recordaba el Papa hace unos meses que “el mediterráneo es el cementerio más grande de Europa”. Lo hacía fijando su mirada en la barca que navega por la plaza de san Pedro. Esa escultura donde se amontonan migrantes que intentan llegar a buen puerto, una obra que refleja tantas tragedias y que pretende despertar la conciencia de quien se atreva a mirarla… Es importante hacerlo, porque es la manera de conseguir tumbar el muro de la indiferencia que tantas veces levantamos a nuestro alrededor… Recordarás que el Papa Francisco eligió la pequeña isla italiana de Lampedusa para su primera visita en julio de 2013, quería mostrar al mundo el drama de la inmigración. Poco tiempo después, el 3 de octubre, 368 personas perdían la vida frente a esta costa … Se cumplen ahora 8 años de la tragedia que conmocionó al mundo… Pero ¿dónde queda ese recuerdo? ¿Números o personas? ¿Cómo podemos luchar contra la indiferencia de quien no quiere ver?

Fíjate, esto nos conecta directamente con una historia que vamos a contar hoy en La Linterna de la Iglesia, una historia que gira en torno a otra escultura: el ancla de la esperanza. Una obra fruto del trabajo de unos jóvenes que han querido romper ladrillos para derribar ese muro de la indiferencia.

Vemos una mano que se agarra con fuerza al ancla mientras otras intentan desesperadamente llegar… Estremece quedarse mirando esta imagen…

Una historia que conecta dos escuelas, en Italia y en España, donde la sensibilidad y la reflexión en materia migratoria ha logrado que juntos cambien la forma de mirar, que juntos naveguen en la misma barca.

Un ancla para todos aquellos hombres y mujeres que necesitan de la esperanza para sostener sus vidas. La esperanza de volver a vivir y el derecho a una vida digna para todas las personas.