Esta semana se ha celebrado en Ávila el Congreso Internacional Mujer Excepcional. 50 años del doctorado de Santa Teresa de Jesús, que han organizado la Universidad Católica Santa Teresa de Jesús de Ávila, el Obispado de Ávila, la Orden del Carmelo Descalzo y la Universidad Católica Eichstätt-Ingolstadt de Alemania.

Una cita en la que ha tenido un papel protagonista, inesperadamente, el Papa Francisco, primero enviando una carta en la inauguración y, después, mandando un vídeomensaje para la clausura del Congreso.

Un Congreso que ha tratado de estudiar el magisterio de la Santa en cuatro vertientes: su aportación a la vida consagrada, a la llamada universal a la santidad, cómo ha afectado al papel que juega la mujer en la Iglesia y la evangelización. De todo ello hemos hablado en ‘La Linterna de la Iglesia’ con el padre David Jiménez, O. C. D., prior del Convento de la Santa, en Ávila.

El carmelita descalzo comenzaba explicando lo que ha supuesto para los participantes en el Congreso la presencia del Papa Francisco, en forma de carta y de vídeomensaje: “Fue como el broche de oro del Congreso que ha sido excepcional, precioso y muy intenso”.

Ya entrando en materia, el P. David Jiménez reconoce que “la palabra de Santa Teresa sigue siendo muy actual, sobre todo para la vida consagrada. Es una palabra marcada por la audacia y la autenticidad de una vida consagrada capaz de poner su centro en lo verdaderamente importante, que es el encuentro con Cristo”.

“Pero no un encuentro con Cristo desencarnado”, prosigue el carmelita descalzo, “sino un encuentro con Cristo en el día a día. Eso que nos pide el Papa Francisco de salir a las periferias, que resuena tanto en la palabra de Teresa, como ha recordado el Papa en el vídeomensaje. Santa Teresa, maestra de oración de la Iglesia, dice a sus monjas en el libro de Las Moradas que la oración es muy importante, pero tiene que ir acompañada de amor al prójimo. Porque si no tenemos obras donde se vea que nuestra oración es auténtica, todo queda difuminado”.

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Desde su muerte en el siglo XVI, tuvieron que pasar casi 400 años para que la santa abulense fuera declarada doctora de la Iglesia. “Hasta Santa Teresa, ninguna mujer había sido doctora de la Iglesia, por aquella interpretación de san Pablo de que ‘la mujer, en la Iglesia, calle’. Pero la doctrina de Teresa fue rompiendo como esos pequeños niveles culturales que existen en toda sociedad". señala el religioso.

"Su doctrina es de tal fuerza que, en la Iglesia, diferentes órdenes religiosas, grupos de laicos… hasta los papas han reconocido que Santa Teresa tenía una doctrina eminente, una doctrina que iluminaba la Iglesia”, explica el P. David Jiménez, que recuerda que “fue san Pablo VI el que dio el último paso, mandando estudiar en serio este obstáculo y la Iglesia reconoció que la doctrina de Santa Teresa no podía quedar obstaculizada con esa interpretación”.

La santa abulense también fue una pionera en la evangelización. “Quizá lo más interesante no es tanto la transmisión de contenidos, sino el testimonio vital. Y en eso Santa Teresa es maestra. En sus escritos nos da un testimonio de lo que Dios ha hecho en ella, cambiando su corazón con Su misericordia, y cómo la persona que vive esta historia de amistad con el Señor se siente transformada. Y precisamente, hoy la Iglesia, en la nueva evangelización, no necesita palabras, dicursos… necesita testigos. Personas que, como Teresa, se sientan enamorados de Jesús”, apunta el carmelita descalzo.

“A mí me gustaría invitar a los oyentes a que leyeran a la santa. A que sean capaces de sumergirse en sus obras. Son la mayor reliquia que tenemos de ella. Dice en El libro de la vida que escribe 'para engolosinar a las almas'. Qué hermoso sería que, sumergiéndonos en su palabra, leyéndola en voz alta, nos dejásemos engolosinar de su propia experiencia, que nos dice que Dios está en medio de la vida”, concluye el P. David Jiménez.