El 24 de diciembre, en apenas 228 días, el Papa Francisco abrirá la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro para dar inicio al Jubileo ordinario con un mensaje claro: la esperanza, una virtud teologal que, en palabras del propio Papa Francisco, no defrauda.

El acto de ayer en el Vaticano no debería quedarse en una mera anécdota en algo protocolario en un simple gesto. Porque lo que pasó en el atrio de San Pedro, la lectura de la bula con la que se convoca oficialmente el año santo, nos debe de poner en situación, debe ponernos las pilas, para recordar la importancia que tiene para nosotros un año Jubilar y también la importancia de prepararlo correctamente.

En 2025 en roma peregrinarán jóvenes, familias, personas mayores, migrantes, misioneros (con los que hablaremos hoy aquí en la Linterna de la Iglesia..) peregrinarán también personas sin techo, personas con discapacidad, incluso los presos. La lista es intereminable porque, y esto es importante que te lo guardes en la cabeza, va a ser un año espectacular.

Un año marcado por la esperanza en un momento donde todo parece indicarnos que no hay vuelta atrás. El Papa nos pide que seamos testigos de que la desesperación no puede acabar con nosotros.

La necesitan los jóvenes, dice el Papa, que frecuentemente se sienten desorientados y también los ancianos, a quienes la cultura del descarte ya no sabe respetar ni escuchar.

Pese a todo ello sí, hay esperanza. Y con el acto de ayer, con lectura de la bula, que nos marcó el camino del año jubilar, debemos empezar a preparanos. ¿Cómo? Con oración, claro. Por eso este 2024 es el año de la oración.

Momentos íntimos con Dios que nos van a permitir cultivar la paciencia frente a “lo inmediato”, a buscar la paz como primer signo de esperanza y donde el perdón, la indulgencia que podremos recibir, la extendamos a quienes tenemos al lado.

Jubileo significa alegría y ser cristianos es ser alegres. El Jubileo de 2025 será un año en el que todos, todos, todos, peregrinaremos a Roma para revivir nuestra fe, para volver a las fuentes, al lugar donde está Pedro para renovar nuestra vida pero siempre sabiendo que aquí, únicamente somos peregrinos.