Desde pequeñita, la barcelonesa Mercedes Herreras soñaba con agarrar la luna con la mano. Tras estudiar Aeronáutica en Cataluña y después de cursar un máster en Arizona, crédito mediante, esta española se ocupa de vigilar los riesgos que tiene las Misión VIPER de la NASA, parte del Programa ARTEMIS, o lo que es lo mismo, de las nuevas Misiones Apolo que buscan establecer una estación orbital lunar, poner humanos de vuelta en la Luna y, posiblemente, establecer un hábitat lunar con presencia continua de astronautas. 

Según ha explicado este viernes en 'Herrrera en COPE', el propósito de su equipo es volver a la luna y hacerlo de forma sostenible, esto es, usando los recursos que hay allí "para sostener un campamento con humanos que realicen experimentos científicos. Lo más importante ahora es demostrar que tenemos la capacidad de explorar un nuevo planeta y que podemos existir y sustentar la vida usando los propios recursos de ese lugar".

Herreras trabaja como "vigilante" de los riesgos más importantes de su misión, centrada en el envío de un coche lunar, del tamaño de un carrito de golf, que tiene como función realizar un mapeo hídrico de la cantidad de agua que hay en la luna y que enviarán, como pronto, en diciembre del 2022.

Para llegar a donde está, su camino ha sido un tanto intrincado, pues tuvo que poner tierra de por medio y separarse de su familia, lo que más hecha de menos a día de hoy. Tras estudiar en Arizona y hacer prácticas de verano, le llegó la oferta de la NASA, donde está desde el mayo pasado.

"Me gusta mi trabajo y quiero hacer las cosas bien", ha señalado tras explicar que el ritmo de trabajo de la NASA es "genial". Su horario es de ocho horas, aunque tiene flexibilidad para organizarse como estime.

"Mamá, papá, muchas gracias por lo que habéis hecho por mí", ha sido la afectuosa dedicatoria que le ha dirigido a sus padres antes de despedirse.