Este domingo es el aniversario de un hecho terrible, que muchos recordarán. La matanza de Atocha 55 en 1977. Aquella en la que fueron asesinados cinco abogados laboralistas en el despacho de aquella calle.

Se hizo una película, hay una obra de teatro en el Teatro Español de Madrid y ahora hay un libro de Joaquín Pérez Azaústre con el que ha obtenido el V Premio de Novela Albert Jovell.

Dice Pérez en Herrera en COPE que “quise ahondar en su condición de jóvenes, ilusionados, vibrantes y llenos de vida”. Porque los cinco abogados trabajaban en un cambio político, era el fin del franquismo, y se enfrentaban a un nuevo tiempo. Este crimen “buscaba la reacción dura a la democracia”, y los que sobrevivieron “arrastraron su condición de víctimas pero reivindicando que querían vivir”. El Despacho de Atocha era un despacho lleno de vida, y la novela quiere contar el proceso de curación y redención.

Uno de los supervivientes , Alejandro, se salvó de forma novelesca: la baja chocó con el capuchón de un bolígrafo que le habían dado minutos antes. Los demás disparos le dieron en la pierna porque “los disparos vitales le dieron al cuerpo de su compañero que cayó encima de él. No volvió a ejercer. Es un tributo a la vida de todos ellos, y los terroristas están en segundo plano. “Quería bucear en las vidas de ellos”.

Todos ellos, luchaban por el encuentro y el diálogo, “era una izquierda que ahora echo de menos”. En la España de hoy, dice que no se encuentra. Joaquín Pérez, escribe esta novela 40 años después, “porque hay que escribir desde la distancia para desvincularse suficiente de las vivencias”.