La farmacéutica sueco-británica AstraZeneca ha anunciado la suspensión de las pruebas de su vacuna, que estaba siendo desarrollada conjuntamente con el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, contra el nuevo coronavirus. Uno de los voluntarios que ha sido vacunado ha sufrido "una enfermedad inesperada". Michelle Meixel, portavoz de la empresa, ha calificado la acción de "rutinaria" en este tipo de investigaciones. El hecho de que esa persona tenga esa dolencia no implica necesariamente que la responsable sea la vacuna.

Para conocer qué supone el parón, este miércoles ha sido entrevistado en 'Herrera en COPE' Jaime Pérez, vocal de la Asociación Española de Vacunología, que ha dicho que esto "nos lleva a darnos cuenta de los procesos tan importantes que tienen las vacunas en la investigación y la seguridad que nos dan". El experto ha explicado que han vacunado "a 17 mil personas" y solo "se ha visto efecto adverso grave en una persona. Pocos medicamentos ante un solo posible adverso se paralizan".

El experto ha señalado que "todos queremos tener plazos y una posible solución", pero hay que ser "prudentes". Aunque "siempre se ha dicho que a finales de diciembre o principios de enero si todo iba bien" estarían las primeras dosis disponibles, el parón "es un revés, esperemos que temporal" y que dure como mucho un mes ya que "parece que el paciente está evolucionando bien".

Pese a ello, Pérez ha dicho que las 17 mil personas vacunadas "ya están produciendo datos" muy útiles para la investigación. Esto es "un ejemplo de la seguridad" que hay detrás de las vacunas, que son "el medicamento más seguro que existe", ha enfatizado.

La noticia sobre el parón ha llegado cuando los consejeros delegados de las nueve empresas que lideran en Occidente la búsqueda de una vacuna han publicado un comunicado conjunto comprometiéndose a no distribuirla hasta que hayan concluido satisfactoriamente todos los ensayos clínicos.

El comunicado es extremadamente inusual, y ha sido interpretado como la respuesta de esos gigantes que, en total, tienen una capitalización bursátil de un billón de euros (casi tanto como todo el PIB de España), a las presiones del Gobierno de Donald Trump para distribuir una vacuna antes de las elecciones del 3 de noviembre en Estados Unidos. Las empresas temen también que, si la vacuna tiene efectos secundarios inesperados, disminuya todavía más su demanda entre la población y, de paso, agrave el rechazo de los 'antivacunas' a todo tipo de sistemas para desarrollar inmunidad a enfermedades.