Adolfo Domínguez fue el primer modisto español en salir a Bolsa, en vender fuera del país y en lanzar una fragancia con su nombre. Ha salvado la quiebra varias veces. Y quizá le hayan salvado muchas veces los libros. Por eso no es extraño que Adolfo Domínguez publique una novela. “Juan Griego”, inspirada en el Rulfo de Pedro Páramo. “Una novela que he leído más de 100 veces sin exagerar”.

Con el trasfondo de la dictadura argentina, porque “supe que existía antes Buenos Aires que Madrid”. Y es que mucha familia de Domínguez vivía en aquel país en los años 50. Entre cartas de sus familiares y las lecturas intermitentes en una biblioteca que custodiaba en su época del bachiller, consiguió escribir. “He viajado mucho y siempre he escrito en los ratos muertos. A algunas páginas le he dedicado más de 12 horas”.

Solo se detiene el tiempo cuando hace yoga “hago una hora todos los días, aunque esté lloviendo”, pasea por la montaña, y reivindica el slogan de su marca: “Esto no es un selfie” y no porque tenga nada en contra del selfie sino “porque creo que la vida debe dedicarse al descubrimiento”.

Adolfo Domínguez ha escrito una novela mientras vestía al mundo entero. La otra forma de decirlo, es como lo dice Carlos Herrera: “Escribir es una forma de vestir los ratos plácidos”. Y olé.