El primer sonido del día de Herrera en COPE

"Para el sanchismo, ciberataque en idioma ferroviario quiere decir sabotaje"

Sergio Barbosa repasa los principales titulares en el primer sonido del día que marcarán la actualidad de este martes 6 de mayo de 2025

- 10 MIN

Son las seis, las cinco en Canarias. ¿Qué tal? Buenos días. Saludos de Sergio Barbosa en nombre de la gente que hace posible Herrera en COPE, en este martes 6 de mayo de 2025, una mañana de primavera que nos invita a mirar el tiempo, porque la primavera es lo que tiene, que lo mismo trae sol, que trae bastante lluvia como la que hemos tenido y la que vamos a tener. De hecho, hoy se espera que continúe lloviendo, aunque con menos fuerza que ayer. Desde primera hora de la mañana, caerá agua en Cantabria, País Vasco, Baleares y el Pirineo Aragonés. El resto del día, pues, lloverá en el noroeste peninsular, en algunos puntos del centro y, sobre todo, en Cataluña, donde hay aviso amarillo. Las temperaturas máximas bajan un poco en Baleares y la mitad norte del país, moviéndose en torno a los 20 grados en la península y los 24 en Canarias. Bueno, lo mejor que se puede decir hoy es que no es lunes. Y eso ya parece que no, pero, oiga, es un avance, porque llevamos tres lunes consecutivos que han sido tremendos. Un lunes nos anunciaron la muerte del Papa Francisco, que hoy, por cierto, volveremos a Roma, porque vamos a vivir el último día, antes de que mañana comience el cónclave para elegir al nuevo sucesor de Pedro. El lunes siguiente de la muerte del Papa nos quedamos todos compuestos y sin luz y ayer lunes no faltaba el caos ferroviario entre Madrid y el sur de España. Así que fíjense, hay criaturas que se chuparon 10 horas sin luz durante el apagón y que, encima, tuvieron la mala suerte de ser una de las casi 11.000 personas que se pasaron entre 7 y 12 horas encerrados en un tren que iba o venía del sur. Es más, hay gente a la que el apagón les dejó encerrados durante horas en un tren y que ayer volvieron a quedarse atrapados en un tren. A esa gente, desde luego, si te lo piden, no hay que negarles un abrazo. Y si el próximo lunes prefieren quedarse en casa, por lo que pueda pasar, también habrá que entenderlo, porque menuda racha. En todo caso, en un rato volveremos a pasarnos por la estación de Madrid-Atocha para ver cómo arranca una jornada en la que se supone que el servicio de trenes debería recuperar la normalidad. De hecho, ayer por la tarde ya fue recomponiéndose, aunque fuera con retrasos acumulados tras el lío de la mañana. Un lío que nos deja la gente muy mosqueada y con la sensación de que sea por una cosa o por otra, últimamente los servicios fundamentales no funcionan en España como deberían. La entrada en Atocha era un caos. Estaba la policía, todos los viajeros. Pues es un jaleo, porque aquí todas las noches esperando, estamos quedando por tres igual. ¿Ya habían visto ustedes alguna vez una estación así? Sí. En Argentina es normal. En Argentina es normal. Lo de este matrimonio argentino debería ponernos los pelos de punta. No hace mucho los argentinos venían a España y decían que qué maravilla cómo funcionaban aquí las cosas en comparación con su país. De un tiempo hasta parte, los argentinos empiezan a notar pocas diferencias. Y eso, desde luego, nos debería hacer reflexionar. Sobre todo porque el apagón y el caos ferroviario nos han dejado similitudes cuando menos llamativas. Porque en los dos casos se acumula o se acusa al gobierno de no haber invertido lo suficiente en el mantenimiento de los sistemas. Y en los dos casos, el gobierno echa balones fuera buscando una especie de mano negra que estaría provocando todo esto para perjudicarle. Es verdad que se detecta bastante consenso en torno a la idea de que un gobierno tan focalizado en los últimos años en simplemente sobrevivir, en maniobrar para sostenerse en el poder y en contentar a los socios parlamentarios que le garantizan esa supervivencia, es un gobierno que ha podido descuidar la gestión de los grandes asuntos y que por eso tenemos un sistema eléctrico al que no se le han visto o que se le están viendo las costuras ahora de forma dramática con la llegada masiva de las fuentes renovables al mix energético y que por eso tenemos un sistema ferroviario que cuando no es por un problema eléctrico, es por un enganchón de la catenaria o es por un robo de cobre, pero el caso es que cada dos por tres está dejando tirados a los pasajeros. Sin embargo, como el gobierno de Sánchez es especialista en resistir al precio que sea, la máquina del relato que tienen en los sótanos de Moncloa está haciendo horas extra para despejar las críticas y sembrar la duda. Que hay un apagón masivo que ha sido una vergüenza para la imagen de España. Pues alargamos la investigación técnica todo lo posible y sembramos la duda de si ha podido ser un ciberataque. Cosa rara porque un ciberataque normalmente se sabe rápidamente quién lo ha cometido o el propio atacante lo reivindica. Aquí llevamos ya más de una semana y no se ve a los ciberdelincuentes por ningún sitio, pero es que para el sanchismo, ciberataque en idioma ferroviario quiere decir sabotaje. Esa es la palabra fetiche de las últimas horas que ha hecho circular Moncloa para dar a entender que la avería de los trenes puede haber sido no un robo sino algo intencionado. Comienza a usar esa palabra el ministro de Transporte, Óscar Puente, y le siguieron luego en público otros ministros como Luis Planas, del ciberataque en el apagón al sabotaje en el caos ferroviario, siempre buscando una teoría externa que exonere al gobierno de culpas y que siembre la duda sobre si hay fuerzas ocultas que quieren perjudicar a este pobre gobierno. Y mire, decíamos de los argentinos, pero es que ayer el amigo venezolano que muchos nos hemos echado en los últimos años, aquí en Madrid, el éxodo se deja notar mucho, ese amigo venezolano ayer volvió a poner cara sombría, esa cara de "yo esto ya lo he vivido", porque los venezolanos se acuerdan muy bien de cómo Hugo Chávez, cuando Venezuela empezó a sufrir apagones, comenzó a hablar de los sabotajes de la oposición, y la oposición no estaba haciendo nada; lo que pasa es que el sistema eléctrico venezolano estaba que se caía a cachos. Aquí en España no hemos llegado todavía a eso, todavía el gobierno como tal no culpa la oposición del robo de cobre, pero se han empezado a esparcir la teoría de qué raro que alguien se dedique a robar el cobre de las cajas amarillas que mantienen encendidos los sistemas de seguridad de los trenes, porque esos sistemas tienen poco cobre y en total los ladrones apenas se llevaron unos mil euros. Y claro, lo que pasa es que sí es factible que las mafias del cobre, que se han hecho fuertes en España, roben lo que puedan y más en zonas sin cámaras de seguridad y en caminos solitarios, como son los cinco puntos de la provincia de Toledo donde hubo esos robos. Decir, como dice el ministro, que el que lo hizo sabía lo que iba, es como no decir nada. Claro que el que va a robar cobre sabe a lo que va, sabe dónde está la caja, sabe que no hay cámaras y sabe cómo llevárselo. Usted y yo, si vamos una noche a robar cobre con una escalera de pintor, seguramente en el mejor de los casos no sabremos ni cómo cortar el cobre y cómo nos descuidemos nos pega un chispazo que nos quedamos tiesos en el lugar, pero dice el ministro que los que lo hicieron llevaban herramientas para cortar las vallas, y claro, nos ha fastidiado porque se dedican precisamente a eso. Es decir, que lo del sabotaje con intenciones no económicas suena un poco a cortina de humo para ganar tiempo, para que no se le eche encima por no invertir lo que hay que invertir para mantener el sistema ferroviario o no destinar lo que hay que destinar a la vigilancia de las vías. No sabemos, no sabemos. Lo mismo Puente tiene razón al final, pero lo malo para el ministro es que ya usó esa misma estrategia en Cataluña cuando hubo un robo masivo de cobre, y Puente llegó a cuestionar a los Mossos de Escuadra por descartar el sabotaje de entrada. Puente ironizó sobre los criterios de la policía y, al final, resultó que la policía tenía razón, porque poco después los Mossos detuvieron a cuatro delincuentes de los que se dedican a robar cobre en España. Si hay mafias del cobre que roban lo que sea, a veces dan un palo mayor y otras dan un palo menor. Lo que no tiene que aclarar el gobierno es qué está haciendo para combatir a las mafias del cobre y cómo se pueden vigilar los kilómetros de vía que no tienen ni una triste cámara de seguridad. Porque, además, hay que tener en cuenta que en el relato del ministro hay una cierta contradicción. Por un lado, te dicen que el robo del cobre de las cajas amarillas huele a sabotaje y, al mismo tiempo, te confiesan que eso solo provocó que los trenes fueran más despacio por seguridad, pero que lo que realmente provocó el pifostio fue que un tren de Hirio se quedara enganchado en la catenaria al levantar el pantógrafo. Y claro, si un tren levanta el pantógrafo, salta lo que salta, lo mismo que la catenaria no está en sus mejores condiciones. Y estamos hablando, efectivamente, del enésimo problema de mantenimiento. Es decir, los españoles asistimos a una nueva ceremonia de la confusión en la que el ministro marea con la teoría del sabotaje, Renfe pasa del sabotaje y lo achaca a la avería de un tren de Iryo que se enganchó con la catenaria, e Hirio niega que su tren se enganchara con nada. Todos jugando al mismo juego, al juego de evitar tener que pagar las posibles indemnizaciones, como en el caso del apagón, y el ciudadano, pues, asiste atónito a todo esto, mientras el presidente no ha abierto la boca. Y eso que Sánchez ayer tuvo un acto en el que anunció un concurso público para dificultar la OPA del BBVA sobre el Sabadell y, sin embargo, con el follón que había montado con los trenes, no dijo nada. Que, por cierto, lo del concurso público para recabar opiniones sobre una OPA bancaria, cuando no se molestó en recabar la opinión de nadie en asuntos de mucho más interés general, como la amnistía, eso es muy de Sánchez. Y lo de hablar, como habló ayer el presidente de dos países, refiriéndose a España y Cataluña, viene a confirmar que tenemos a un presidente totalmente entregado a las tesis nacionalistas, si les compra el léxico en público, que no estará dispuesto a entregárselas en privado. Y nada del apagón, pues seguimos como estábamos. Más de una semana después, la luz volvió, pero seguimos a oscuras. A oscuras en explicaciones, con un gobierno que alarga el chicle del presunto ciberataque, mientras da también explicaciones bastante insulsas sobre lo que pudo pasar. Ahora la vicepresidenta, Aagesen, dice que todo iba fenomenal hasta 19 segundos antes del apagón, cuando hubo dos desequilibrios del sistema que los técnicos sí pudieron solventar hasta que se produjo un tercero que hizo que el sistema se viniera abajo. Pero claro, eso sirve de poco. Ya sabíamos que un sistema tan complejo que necesita equilibrar la oferta con la demanda eléctrica milisegundo a milisegundo puede venirse abajo en un abrir y cerrar de ojos. Lo que tiene que explicar el gobierno es por qué abusó tanto de las energías renovables cuando le advirtieron que podía pasar lo que pasó y también por qué no da marcha la regulación para las tecnologías que permiten almacenar energía, porque eso todavía está encallado en España. Y eso es lo que vendría bien para solventar la irrupción masiva de la energía renovable.

Programas

Los últimos audios

Último boletín

04:00H | 9 JUL 2025 | BOLETÍN

Boletines COPE
Tracking