El profesor José María Gay de Liébanaanaliza en 'Herrera en COPE’ las claves económicas del día.

El tema es recurrente y todo un clásico. Periódicamente se nos habla de la gran panacea: la lucha contra el fraude fiscal. En ese menester anda la Comisión de Hacienda del Congreso con el proyecto de Ley. Y todo eso está muy bien si de verdad se actúa contra quienes defraudan, pero no sobre quienes declaramos religiosamente hasta el último céntimo de euro y después Hacienda nos retuerce el pescuezo, Don Carlos.

Para 2021, la Agencia Tributaria se propone reducir el fraude fiscal, el blanqueo de capitales y reducir la elusión fiscal. Y lo hará controlando a grupos multinacionales, grandes empresas y grupos fiscales, sobre todo en lo concerniente a gastos financieros, pagos de intereses y dividendos. Otro de los objetivos de la Agencia es el de perseguir los falsos traslados de residencia fiscal al extranjero, comprobando el requisito de residir en otros territorios un mínimo de 183 días al año.

En la diana de la Agencia está otro objetivo tradicional: la ocultación de actividades empresariales o profesionales y el uso abusivo de sociedades. Y se va a por las actividades no declaradas, la economía sumergida. Y, cómo no, Don Carlos, la economía digital y el comercio electrónico son otros dos objetivos, como todas aquellas actividades que tengan pagos en metálico y detectar quiénes están cobrando ingreso mínimo vital e igual ejercen en la economía informal. Porque aquí el gran desafío sigue siendo el mismo: actuar contra la economía sumergida que, se calcula, puede llegar a suponer el 20% de nuestra economía. Y así llevamos años buscando en la economía sumergida que debe estar tan profunda que apenas se localiza, ¡entusiasmo a raudales, Don Carlos!