A veces el ruido en un vecindario impide el descanso a sus vecinos, pero la buena educación es suficiente para recobrar la paz. Otras veces ni pidiendo por favor regular el ruido se llega a una solución. Y si no, que se lo digan a los oyentes de Carlos Herrera, que este martes han relatado los episodios más molestos vividos con vecinos que querían parecerse al mismísimo Beethoven. A fuerza de intentar tocar bien un instrumento, les han impedido conciliar el sueño.

Algo así le pasó a Carmen, que en el año 1984, recién casada, vivía en un apartamento chiquitito con su marido en el que las paredes eran de papel de fumar. Se escuchaba todo. Para su desgracia, compartía pared con un “grupito de gente joven” que se pasaba todo el día “tocando todos los instrumentos”.

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La pobre Carmen no podía descansar y en más de una ocasión les llamó la atención. “Estábamos hartos de llamarlos a la puerta”, pero “no había manera”.

La sorpresa de Carmen fue descubrir con el tiempo que “este grupo se convirtió en Danza Invisible”, una de las bandas que formaron parte del entramado de la renombrada movida madrileña durante los años 80

“Si lo llego a saber les hubiera pedido un autógrafo”, ha dicho la oyente, pues jamás se hubiera imaginado que “el grupo de vecinos molestos era Danza Invisible”.

En sus comienzos este grupo ganó el premio como mejor banda en el concurso de rock Alcazaba, organizado por el ayuntamiento de Jerez de la Frontera, lo que les permitió grabar su primer sencillo con la canción “Mis ojos hacia ti”. El primer álbum de estudio, Contacto interior, contiene su sonido primigenio, con temas como Tiempo de amor y Ecos.

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