El “hola, profe” que le dedica cada mañana Evans a César no es un saludo cualquiera de un colegio o de una universidad.

El primero es un inmigrante nigeriano que vive en las calles de Bilbao y sueña con encontrar un trabajo pronto. El segundo es un profesor de universidad jubilado que quiere ayudarle.

Así que cada día, a eso de la una y media de la tarde, César se acerca al lugar en el que Evans está pidiendo limosna para darle clases particulares. El objetivo es que Evans sepa lo necesario para conseguir el título de la ESO y así poder acceder a la formación profesional.

Todo empezó un día que el profesor jubilado se paró a hablar con el nigeriano. Había pasado varias veces por delante de él, pero hasta entonces no se había fijado en el cartel que tenía a su lado. Evans pedía ayuda para “conseguir un trabajo”. Así que tras preguntarle por su situación decidió echarle una mano.

Ahora, profesor y alumno “progresan adecuadamente” aunque, según reconocen ambos, las matemáticas le están costando un poquito a Evans.

Una relación muy especial que ya se ha convertido en un símbolo de la solidaridad en la calle Rodríguez Arias de Bilbao