Mi entusiasmo por conocer el nuevo equipo de Gobierno de Pedro I, El Mentiroso, se basa, únicamente, en contemplar sus rostros y tratar de adivinar cómo mentirán. Si lo harán con la faz risueña de Isabel Rodríguez, que parece siempre venir de un cumpleaños; o bien lo harán con un enfado que le atiranta el tendón del cuello, como María Jesús Montero, que debe tener el esternocleidomastoideo más duro que la maroma de un barco.

O puede que mientan con ese aire distraído del que desgrana falsedades, como si fuera un penoso deber que no le interesa, tal como lleva a cabo Félix Bolaños; o mentirán elevando la barbilla al estilo de Marlaska, o con cierto aroma de compadreo como Escrivá, que parece invitar con afecto a que no te enfades, que tampoco es para tanto.

Está la mentirosa mística, Nadia Calviño, que abre mucho los ojos, como si la mentira viniera del cielo, y que, después de colocar a España dentro de los tres primeros puestos de la mayor presión fiscal de la Unión Europea, y en la cola de los que sus ciudadanos tienen menor poder adquisitivo, va a ser premiada con la presidencia del Banco Europeo de Inversiones.

También habrá quien mienta con la energía de la ministra de Transportes, que puede decir que es imposible traspasar las vías férreas a Cataluña, y luego hacer lo contrario para no enfadar al jefe, Pedro I, El Mentiroso, que lleva de Black Friday, dando lo que pidan a los secesionistas, desde el mes de marzo, como nos acabamos de enterar.

Yo les aconsejo que sean discretos, y no hagan promesas, y digan ante las preguntas que lo están estudiando, porque al minuto siguiente de decir lo que sea, será lo que hayan pedido los del nordeste o los del noroeste, según las horas, porque todos los días pedirán algo.

Se trata de la nueva convivencia, la paz social, el reconocimiento de que los secesionistas catalanes y vascos son superiores y, por eso, quienes vivamos en otras autonomías recibiremos menos de la mitad de lo que se prepara para ellos. Y, claro, como siempre caerá algún tonto entre los 22 ministerios, lo que solo se sabía entre los compañeros de trabajo, la familia, algún vecino y algún camarero, se hará público, y en toda España nos enteraremos de que tal tonto, o tonta, lleva tal ministerio. Pero a mí ya solo me interesa en qué estilo nos van a mentir.